viernes, 22 de julio de 2011

Anécdotas de Albert Einstein Parte 1

Albert Einstein
De niño
Aun siendo un niño que no había emitido palabra alguna, estaba cenando con sus padres cuando probó la sopa y dijo: “La sopa está demasiado caliente”. 
Los padres sorprendidos le preguntaron:
“-Si hablas tan bien… ¿por qué no lo hiciste antes?”.
A lo que el genio respondió: 
-“Porque antes todo había estado en orden”.

Un periodista le preguntó a Einstein
-”¿Me puede Ud. explicar la Ley de la Relatividad?”
y Einstein le contestó: 
-¿Me puede Ud. explicar cómo se fríe un huevo?”.
El periodista lo miró extrañado y le contesta:
-“Pues, sí, sí que puedo”, a lo cual Einstein replicó
“Bueno, pues hágalo, pero imaginando que yo no sé lo que es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego”.

En una conferencia que Einstein dio en el Colegio de Francia, el escritor francés Paul Valery le preguntó:
“Profesor Einstein, cuando tiene una idea original, ¿qué hace? ¿La anota en un cuaderno o en una hoja suelta?”
A lo que Einstein respondió: 

“Cuando tengo una idea original no se me olvida*”.

Teorías falsas
Einstein tuvo tres nacionalidades: alemana, suiza y estadounidense. Al final de su vida, un periodista le preguntó qué posibles repercusiones habían tenido sobre su fama estos cambios. Einstein respondió:
“Si mis teorías hubieran resultado falsas, los estadounidenses dirían que yo era un físico suizo; los suizos, que era un científico alemán; y los alemanes que era un astrónomo judío”.
Durante el nazismo Einstein, a causa de ser judío, debió de soportar una guerra en su contra urdida con el fin de desprestigiar sus investigaciones. Uno de estos intentos se dio cuando se compilaron las opiniones de 100 científicos que contradecían las de Einstein, editadas en un libro llamado “Cien autores en contra de Einstein”. A esto Einstein respondió: 
“¿Por qué cien?. Si estuviese errado haría falta solo uno”.

Sombrero
Dicen que la sencillez era su mejor característica, y quizás esta anécdota ayude a comprenderlo. Cierta vez en que se vio sorprendido por un chaparrón, Einstein se quitó el sombrero y lo metió debajo de su abrigo. Alguien le preguntó que por qué había hecho aquello. Él respondió con lógica admirable que la lluvia le estropearía el sombrero pero no el pelo.

Violín
Otra curiosidad quizá desconocida es la afición que Einstein sentía por el violín. El físico no sólo se manejaba bien en el mundo de la ciencia, sino que también se movía con elegancia en el mundo de las artes. Era frecuente que en las reuniones de amigos, Einstein sacara su instrumento y deleitara a los asistentes con un pequeño concierto. Sin embargo, no sabemos a ciencia cierta si Einstein tocaba bien o por el contrario desafinaba de vez en cuando.
En una ocasión, un dibujante de viñetas que se encontraba presente mientras el físico daba un recital comenzó a reírse de su forma de tocar el violín. Einstein se acercó y le contestó:
“Está muy mal eso de reírse del trabajo de otros… yo nunca me rio de SU trabajo”.

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