Este fenómeno se
produce cuando una gran cantidad de arena seca es levantada y
sostenida en el aire por acción del viento. Para ello,
este viento debe ser especialmente fuerte y de ascensión, tras varios
días de calor intenso. La arena es levantada hasta las capas altas de la
atmósfera, y cae cuando se enfría lo suficiente.
Su duración puede
extenderse desde unas horas a varios días, reducen la visibilidad a cero,
afectan el tráfico aéreo y la salud.
Es un fenómeno meteorológico común en el desierto del Sahara de África
septentrional, en las Grandes Llanuras de Norteamérica, en Arabia, en el desierto de Gobi de Mongolia, en el desierto Taklamakán del noroeste de China, en Argentina, en la zona de la Pampa seca y en otras regiones áridas y semiáridas.
Efectos en la
atmosfera.
Las partículas de
polvo, sobre todo si están cubiertas de polución, actúan como núcleos de
condensación en la formación de nubes calientes y como núcleos de hielo en la
formación de nubes frías.
El polvo en suspensión en el
aire funciona de forma similar al efecto invernadero: absorbe y dispersa la
radiación solar que entra a la atmósfera de la Tierra, reduce la cantidad de
radiación que llega a la superficie, absorbe la radiación de onda larga que
rebota desde la superficie y la reemite en todas direcciones. La capacidad de
las partículas de polvo de absorber la radiación solar también depende de su
tamaño, forma y composición química y mineralógica.
Efectos en la salud
El polvo en suspensión en el aire constituye un grave riesgo para la salud humana. El tamaño de las partículas de polvo es clave al determinar el potencial peligro para la salud. Las partículas de mayor tamaño, no se pueden respirar y dañan solo los órganos externos (causan principalmente irritación en la piel y los ojos, conjuntivitis y mayor susceptibilidad a las infecciones oculares).
Las partículas que se pueden inhalar, aquellas con un tamaño mediano, en general quedan atrapadas en la nariz, boca y la parte superior del tracto respiratorio y se pueden asociar a trastornos respiratorios como el asma, la traqueítis, la neumonía, la rinitis alérgica y la silicosis. Las partículas más pequeñas pueden penetrar hacia la parte inferior del tracto respiratorio e ingresar al torrente sanguíneo, desde donde pueden afectar todos los órganos internos y causar trastornos cardiovasculares. En 2014, un modelo de evaluación mundial calculó que la exposición a las partículas de polvo causó alrededor de 400 000 muertes prematuras por enfermedad cardiopulmonar en la población de más de 30 años de edad.
Algunas enfermedades infecciosas pueden transmitirse a través del polvo. La meningitis meningocócica, infección bacteriana de la fina membrana que rodea el cerebro y la médula espinal, puede producir daños. Existen brotes de esta infección en todo el mundo, pero la mayor incidencia se encuentra en una parte de África Subsahariana con una población estimada de 300 millones de personas.
Efectos en los suelos
Los depósitos de polvo
en la superficie son una fuente de micronutrientes tanto para el ecosistema
continental como marino. Se cree que el polvo del Sáhara fertiliza el bosque
lluvioso del Amazonas y es sabido que el hierro y el fósforo que el polvo
transporta benefician la producción de biomasa marina en partes de los océanos
en las que hay escasez de estos elementos. Sin embargo, el polvo tiene muchos efectos
negativos en la agricultura, como la reducción del rendimiento de los cultivos
al enterrar las plantaciones, la pérdida de tejido vegetal, la reducción de la
actividad fotosintética y el incremento de la erosión del suelo.
Entre los efectos indirectos de una tormenta de polvo, se incluyen la obturación de los canales de riego, el cubrimiento de las rutas de transporte y la disminución de la calidad del agua en ríos y arroyos. La reducción de la visibilidad debido al polvo en suspensión en el aire también afecta el transporte aéreo y terrestre. La mala visibilidad constituye un peligro para el despegue y aterrizaje de aeronaves, aunque los aterrizajes pueden desviarse y los despegues postergarse. El polvo también puede erosionar las superficies de las aeronaves y dañar los motores.
El polvo puede afectar
la producción de las plantas de energía solar, en particular de aquellas que
dependen de la radiación solar directa. Los depósitos de polvo en los paneles
solares son una principal preocupación de los operadores de plantas. Mantener
los colectores solares sin polvo para que las partículas no bloqueen la
radiación entrante requiere tiempo y trabajo.
El avance del “Cambio climático” significará tormentas de arena más intensas, más dañinas y más frecuentes.
Variadas fuentes en la WEB.
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