-GRACIAS...
Aquellos que comprenden mis pasos vacilantes y mis manos trémulas.
Los que no tienen en cuenta mis olvidos, que saben que capto las
palabras con dificuldad, por eso procuran hablarme mas alto y pausadamente.
-BIENAVENTURADOS...
Los que perciben que mis
ojos ya están nublados y mis reacciones son lentas.
Los que desvian su
mirada, simulando no haber visto el café que, sin querer, derramo sobre la
mesa.
-GRACIAS...
Los que sonrien, me
prestan atención y conversan conmigo.
Los que nunca me dicen: “Tu ya me contaste eso varias veces”
Los que nunca me dicen: “Tu ya me contaste eso varias veces”
-BIENAVENTURADOS...
Los que me ayudan, con cariño, a atravesar la calle.
los que me hacen sentir que soy amado, que no estoy abandonado, tratandome con respeto.
Los que me ayudan, con cariño, a atravesar la calle.
los que me hacen sentir que soy amado, que no estoy abandonado, tratandome con respeto.
-GRACIAS...
Los que comprenden cuanto me cuesta encontrar fuerzas para aguantar mi edad y mi cruz.
Los que me amenizan los últimos años sobre la Tierra.
Los que comprenden cuanto me cuesta encontrar fuerzas para aguantar mi edad y mi cruz.
Los que me amenizan los últimos años sobre la Tierra.
-BIENAVENTURADOS...
Todos aquellos que me
dedican afecto y cariño, haciéndome asi, pensar en Dios. Porque, cuando entre en la Eternidad, me acordaré de ellos junto al
Señor!
Las hojas del otoño no caen porque
quieren.
Sino porque ha llegado su hora
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