Sin lugar a dudas, queremos que nuestros hijos sean los mejores.
Queremos darles de todo. Queremos que no sufran, que no pasen carencias, que
vivan una vida de tranquilidad y posibilidades. Queremos que aprendan idiomas,
que sean estudiosos, preparados. Y en ese intento olvidamos algo:
Darles nuestra presencia, nuestro tiempo y nuestro amor.
El amor, es la base de la salud emocional. Y eso es lo que
olvidamos enseñar a nuestros hijos: los llenamos de cosas, de juguetes y de
aparatos tecnológicos, pero no les damos
amor, cariño, orientación. Tratamos de suplir nuestras
ausencias comprando cosas o dándoles buena ropa y buenos colegios, pero eso
termina siendo, en algunos casos, innecesario si es que no se les da lo
principal: el amor.
Cuando los padres viven ocupados, cuando nunca tienen tiempo
para los hijos, cuando en la práctica están ausentes, allí es cuando los hijos
empiezan a perderse. Los niños y los adolescentes tienen emociones y esas
emociones deben ser escuchadas; ignorarlas es, casi siempre, el punto de
quiebre: al no ser escuchados en casa… buscan ser escuchados afuera.
Entonces los amigos en la calle terminan dándoles sentido de
pertenencia:
La pandilla, el grupo,
la banda, se terminan convirtiendo en su nueva familia.
El adolescente siente que allí, si pertenece a algo, que allí,
si le escuchan y que, además, tiene un rol.
Por eso, si los padres quieren hijos saludables emocionalmente,
fuertes espiritualmente, unidos y respetuosos de la buena conducta, deben
darles de su tiempo. Por esa es la regla:
Si los padres no se
encargan de sus hijos, la calle se hará cargo de ellos.
Si usted tiene hijos con “mal carácter” o conducta desadaptada,
usted lo que debe hacer es prestar atención a las emociones de ese hijo. Tener paciencia, es es la clave. Saber
que las emociones hablan, que las emociones tienen una razón de ser. Los hijos
no son “malcriados”, ellos tratan y quieren, expresar algo.
Recuerde la paciencia:
los chicos no cambian de la noche a la mañana, hay que tener paciencia. Ser
perseverantes con los hijos, acompañarlos en su proceso de mejora, nunca
abandonarlos ni condenarlos a la mediocridad.
El papel de los padres es " Capacitar a los hijos para
hacer uso responsable de su libertad " No a control remoto, sino presencialmente,
trasmitiéndoles valores de los cuales sus padres sean un buen ejemplo.
Con frecuencia, los padres no tienen la preparación ni tiempo
para guiar a sus hijos, para atender sus necesidades, no solo materiales; sino,
afectivas, emocionales, sociales, etc., por el exceso de trabajo (cansados,
"estresados", enfadados,
insatisfechos, frustrados, etc.).
Por el amor a ellos, bien vale la pena, buscar la asesoría de
los profesionales, escuchar las recomendaciones de sus maestros, consultar a un
psicólogo o buscar el consejo o la orientación de cualquier profesional
relacionado con el tema. Lo más importante es no soslayar, ocultar o encubrir
las faltas de los pequeños; ni, mucho menos, buscar culpables ajenos a la
familia.
Culpar a otros, por las travesuras o conductas antisociales de
los hijos, no hace más que fomentar en ellos la maldad.
Un niño necesita un guía, alguien que lo escuche, lo oriente
positivamente, juegue, conozca sus inquietudes , comparta lo que sabe hacer, lo
guie en lo que no sabe hacer, quien le aconseje y lo contenga, sin fomentar
caprichos, que le enseñe valores.
NECESITA PADRES PRESENTES.
Varias fuentes en la
WEB
No hay comentarios:
Publicar un comentario