Las palomas fueron utilizadas antiguamente para llevar mensajes
(pergaminos enrollados en una pata o en el interior de un tubo) de un lugar a
otro.
El rasgo distintivo de las palomas mensajeras es su peculiar instinto de
orientación, tan perfecto como el de las aves migratorias. Una vez adaptada a
un palomar, si la paloma es llevada lejos del mismo, es capaz de regresar al
ser dejada en libertad, aunque tenga que recorrer centenares de kilómetros.
Hay muchas teorías al respecto de cómo hacen para orientarse y, aunque no
se sabe con exactitud, estamos en disposición de explicar con bastante
precisión como lo hacen: no utilizan un único método.
Se ha observado que si el cielo se nubla la paloma tiene problemas de
orientación, por lo que la luz solar le es necesaria para orientarse. Es más,
la paloma mensajera tiene muy desarrollado su reloj biológico acorde con la
latitud en la que se cría, de forma que tiene todos sus ritmos vitales
adaptados a la intensidad y duración de la luz de ese lugar para cualquier
época del año. Así, al soltarla dirige su vuelo en la dirección en la que el
Sol mostrará la adecuada posición aparente a la hora del día y época del año
que la paloma recuerda.
Otras observaciones han detectado que la paloma se desorienta si se le
tapa el ojo derecho, lo que no ocurre si se le tapa el izquierdo. Este hecho,
unido al descubrimiento de magnetita en su pico refuerza la suposición de que
estas aves perciben el campo magnético terrestre y de que esta “brújula” está
ubicada en el mencionado ojo. O lo que es lo mismo, el sentido de la
orientación está regido por un solo hemisferio cerebral. El compás químico en
el ojo podría ser responsable para la determinación de la dirección, mientras
que las partículas de magnetita en el pico, para la intensidad del campo
magnético, en un funcionamiento complementario.
Las palomas mensajeras usarían ambos métodos al unísono para cubrir las
largas distancias, pero una vez en las cercarías de su destino usarían su
memoria topográfica, un sentido más evidente basado en el reconocimiento previo
de puntos fijos como edificios, ríos, valles o arboledas.
Las palomas mensajeras pueden llegar a alcanzar los 1000 metros de altura y en un día son capaces de recorrer hasta unos 800 kilómetros.
Por su participación en conflictos bélicos llevando mensajes, existen palomas condecoradas por méritos de guerra.
Las palomas mensajeras pueden llegar a alcanzar los 1000 metros de altura y en un día son capaces de recorrer hasta unos 800 kilómetros.
Por su participación en conflictos bélicos llevando mensajes, existen palomas condecoradas por méritos de guerra.
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