Los
"medicamentos milagrosos" no son medicamentos,
ya que carecen de los controles técnicos y sanitarios que exige la Organización
Mundial de la Salud, OMS, por tanto, no pueden, ni deben ofrecerse de esta
forma al público, porque constituyen un engaño.
Estos
productos brindan efectos temporales, por tanto, una vez que la supuesta acción
termina, el consumidor vuelve a sufrir los problemas de salud que lo llevaron a
adquirirlos y, peor aún, generalmente con mayor intensidad que al principio.
Por ejemplo:
Los productos milagro para bajar de peso, suelen eliminar grandes cantidades de
sales minerales como resultado de su efecto "depurativo", lo cual es
sumamente peligroso para el organismo, especialmente en personas consobrepeso.
En tanto, los productos para mejorar el vigor sexual,
si bien llegan a ser efectivos por determinado tiempo porque funcionan como
placebo, la realidad es que pueden favorecer trastornos como eyaculación
precoz y disfunción
eréctil.
Estos
padecimientos en muchos casos aparecen debido a complicaciones con enfermedades
como, diabetes e hipertensión que, de no tratarse oportunamente, tienen
devastadoras consecuencias.
Considerando
que no son sometidos a estudio por parte de alguna autoridad de Salud, su
contenido puede ser tan reducido o ambicioso como la imaginación de sus
fabricantes, ¡así que no te arriesgues!
Veamos, un kilo de
testosterona en China cuesta aproximadamente 700
euros y una vez diluida se pueden conseguir 250 envases de 50 mililitros, que
en el mercado ilegal se venden por unos 50 euros cada uno. El resultado: 12.500
euros de beneficio a cambio de una pequeña inversión.
La fabricación y venta ilegal de
medicamentos para aumentar la masa muscular, cuya base es la testosterona, es solo uno
de los ejemplos de un negocio que mueve en el mundo 4
billones de euros al año.
Se
trata principalmente de 'medicamentos de estilo de vida' (aumento de masa
muscular, adelgazantes, tratamiento de disfunción eréctil...),
ansiolíticos y también 'productos
milagro', como los destinados al tratamiento del cáncer, que
tienen un amplio mercado procedente de pacientes terminales que quieren creer
que se van a curar. Normalmente, la fabricación de una dosis de un 'medicamento milagro' cuesta 10
céntimos y se
puede vender por entre 450 y 500 euros. "El beneficio es brutal",
subraya un experto.
Internet es la plataforma de distribución
de todos estos productos.
¿Y
cómo se distribuye? "Se necesita una plataforma que puede ser una página
web, un boca a boca en los gimnasios o a través de empresas de
suplementos deportivos".
El
tráfico ilegal de medicamentos es un negocio en expansión, "aunque no
sabemos si es porque cada vez hay más personas que se dedican a ello
El
problema "en muchas ocasiones" es que tanto la página web como la
plataforma de producción y logística están asentadas en diferentes países,
principalmente en India,
Pakistán y Bulgaria, para que la distribución final llegue a Europa
y America.
La OMS advierte a los usuarios de que no
compren medicamentos en internet "porque es todo falso o
inventado". No se sabe la composición, ni si lleva principio activo y, en
caso de tenerlo, se desconoce cuál es su concentración, o las interacciones con
otros productos. De hecho, en algunas ocasiones los investigadores han detectado
que el aglutinante utilizado para compactar pastillas era un pesticida.
Los
investigadores coinciden, en que el crimen organizado está asumiendo el negocio como
parte de su rutina. ¿La razón? "Con un kilo de cocaína puedes doblar el
beneficio, pero no es lo mismo que multiplicar por diecisiete". Además, al beneficio
económico hay que añadir el poco castigo penal, pues mientras que el
tráfico de drogas se penaliza con cinco años de cárcel, el de medicamentos no
llega a dos.
Cuando
una medicina legal es
puesta en el mercado, ha sido sometida a un gran número de investigaciones
por científicos, que defienden que su
comercialización es segura. Sin
embargo, es posible que, con el tiempo, surjan contraindicaciones o efectos
secundarios que no se pueden identificar en el corto plazo. En muchos casos, vemos como
un medicamento se comercializa de manera paralela a la creación de una
necesidad sanitaria que anteriormente no existía, entonces, es el tiempo quien se
encarga de mostrar su ineficacia.
Las autoridades recomiendan esperar al menos cinco años para empezar a ofrecer un nuevo
medicamento, tiempo –en principio– suficiente para que los efectos secundarios
no explorados salgan a la luz.
Fuente: Varias paginas WEB
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