martes, 25 de junio de 2019

LOS FRAUDES CIENTÍFICOS EN LA HISTORIA


Por Victoria González
El fraude científico supone un malgasto de fondos destinados a la investigación. Muchos grandes engaños tienen que ver con temas tan candentes como la clonación, la investigación en células madre o la búsqueda de vacunas y tratamientos contra enfermedades como el sida. Sus autores reciben cuantiosas subvenciones para mantener sus líneas de investigación, y de hecho son muchos los grandes estafadores de la ciencia condenados por malversación de fondos.
¿Qué lleva a un científico a falsear sus datos? Además de la búsqueda de prestigio o el beneficio económico, el tema de los fraudes abre el debate sobre la enorme presión que tienen los investigadores de hoy en día para publicar. Tanto para progresar en su carrera científica como para obtener proyectos y fondos que cubran los gastos de sus investigaciones, el mérito que más peso tiene es el que se refiere a la producción científica. Hacer muchas publicaciones y en revistas de alto impacto, ese es el resumen de un currículum de éxito. Ya lo dice un dicho muy repetido entre los científicos:
‘publish or perish’ (publica o perece).
Sabemos que la ciencia es un proceso muy lento, que en determinadas áreas los experimentos pueden llevar varios años… y que también existen muchos trabajos que tienen un resultado negativo, que no verifican una nueva hipótesis, y ninguna revista publica esos datos a pesar del enorme esfuerzo e inversión que hay detrás. Por ello, y aunque obviamente nada justifica una trampa, es posible que muchos de los científicos que falsean sus datos lo hagan como un medio desesperado para poder seguir investigando.
¿Quién gana con los fraudes? Por otro lado, existen casos confirmados de supuestas revistas científicas que no siguen un método riguroso de revisión de los trabajos pero que exigen una cuota económica para publicar en ellas (algo muy común en las publicaciones científicas). Se enriquecen al atraer a científicos jóvenes con ansias de publicar y cuyos trabajos han sido rechazados en revistas más prestigiosas.

Veamos algunos de los fraudes científicos más sonados de la historia.
Hwang Woo-suk y la clonación de embriones humanos. En el año 2004 un artículo publicado en la prestigiosa revista Science daba la vuelta al mundo. El científico surcoreano Hwang Woo-suk, anunciaba que había logrado clonar un embrión humano. En otro estudio posterior, el investigador afirmaba haber logrado extraer células madre del mismo embrión clonado, un hallazgo histórico que alimentaba las esperanzas de encontrar nuevos tratamientos para muchas enfermedades como el párkinson o la diabetes.
Poco tiempo después se demostró que el hallazgo era un fraude y Hwang fue condenado a dos años de prisión por fraude y malversación de fondos dedicados a la investigación, aunque finalmente no tuvo que cumplir la sentencia.
El mérito de Hwang que sí que parece ser verídico es la primera clonación de un perro, en el año 2005.

Yoshihiro Sato, al menos 33 artículos fraudulentos. El osteólogo japonés Yoshihiro Sato se suicidó en enero de 2017, un año después de que la revista Neurology publicase un artículo que mostraba evidencias de fraude en 33 de sus trabajos.  
El fraude de Sato es uno de los más recientes y escandalosos, ya que el japonés publicó más de 200 estudios sobre cómo reducir el riesgo en fracturas de hueso. Estudios que después se utilizaron como base para hacer meta-análisis y cuyas conclusiones tienen consecuencias en la práctica clínica.

Demasiado bueno para ser verdad. La prolija actividad científica de Sato fue lo que empezó a levantar sospechas, pues en sus artículos hacía revisiones de cantidades elevadísimas de pacientes recopiladas en muy poco tiempo y en una ciudad muy pequeña.  En el año 2012, un equipo de científicos que realizaban una investigacion con estudios que analizaban el efecto del calcio en las fracturas de cadera tomaron la decisión de omitir los datos del japonés, ya que eran demasiado buenos como para ser fiables: más bien parecían inventados.

El hombre de Piltdown, el eslabón perdido. El descubrimiento en Alemania de la una mandíbula perteneciente a lo que después se nombraría como una nueva especie, el Homo heidelbergensis, pone en guardia a los británicos, que tampoco quieren ser menos en la carrera de los descubrimientos antropológicos.
En 1912 los arqueólogos Charles Dawson y Smith Woodward afirmaron haber descubierto el eslabón perdido entre los simios y los seres humanosmostraron al mundo un conjunto de fósiles supuestamente encontrados en Piltdown, cerca de Londres: Dientes de chimpancé y mandíbula de orangután
En 1953 se descubrió que todo era un fraude: ni los huesos eran tan antiguos, ni pertenecían a un eslabón perdido en nuestra historia evolutiva. El cráneo era de un hombre de la Edad Media, la mandíbula de un orangután y los dientes de un chimpancé. Sin embargo, la comunidad científica creyó durante más de 40 años en el hombre de Piltdown, y esto obstaculizó mucho el estudio de la verdadera evolución del hombre.

Andrew Wakefield, el autismo y las vacunas. Este es otro ejemplo del terrible daño que pueden hacer los fraudes científicos. En 1998 el ex-cirujano Andrew Wakefield publicaba un trabajo que relacionaba la administración de la vacuna triple vírica con la aparición de autismo.
Está más que demostrado que se trataba de una publicación con datos falseados, pero aún hoy este es uno de los principales argumentos esgrimidos por el movimiento antivacunas, que cuenta cada vez con más adeptos y supone un peligro para la sanidad pública.

Yoshitaka Fujii, el impostor más prolífico de la historia. Un médico japonés, investigador en el campo de la anestesiología que se piensa que ha falseado al menos los 183 trabajos científicos. De hecho, todavía hoy se sigue trabajando para hacer ‘limpia’ de su fraude: solo en el 2018 ha habido 21 retractaciones de los artículos de Fujii, 17 de ellos de la revista Clinical Therapeutics.
Los resultados “demasiado buenos” de sus investigaciones hicieron sospechar a otros científicos de la veracidad de sus datos. Fujii era muy ambiguo a la hora de exponer detalles en sus publicaciones sobre las fechas de los estudios y los nombres de las instituciones donde estos se realizaron. Además, incluía como coautores a científicos de otras entidades – muchos de ellos ni siquiera sabían que sus nombres iba en estos documentos-, de esta forma daba la impresión de que los datos se recogían de distintos hospitales y era más difícil rastrear el fraude.

Dong-Pyou Han y el VIH. Fue condenado a prisión por malversación de fondos públicos. El investigador de la Universidad Estatal de Iowa se enriqueció tras anunciar el desarrollo de una vacuna que conseguía crear anticuerpos contra el virus del VIH en conejos. Poco después se demostró que lo que parecía un hito científico no era más que un truco: al parecer Han había mezclado sangre de los conejos con muestras de sangre humana que contenían los anticuerpos.

Plagios, a la orden del día
Otro de los fraudes científicos más clásico consiste en copiar trabajos de otros. Uno de los últimos investigadores acusado de plagiar los datos de un compañero es, según informa Retraction Watch, el estadounidense Gilbert Welch. Parece que el científico incluyó datos plagiados en un artículo publicado en 2016 en el New England Journal of Medicine en el que se alerta de como las mamografías tienden a sobre-diagnosticar tumores y llevan al inicio de tratamientos innecesarios.
Fuente: www.muyinteresante.es

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