Un establecimiento privado en el que recién se enseña
informática a los 13 años, La Waldorf School de Peninsula, en California, es una de
las escuelas privadas que eligen los hiper-conectados empleados de Google,
Apple y otras empresas de punta de la computación, para que sus hijos se
eduquen alejados de todo tipo de pantalla, según un informe del
diario Le Monde sobre una nueva tendencia tech: la
desconexión.
Tres cuartos de los alumnos inscriptos en la Waldorf son vástagos de personas que trabajan en el área de las nuevas tecnologías. "La gente se pregunta por qué profesionales de la Silicon Valley , entre ellos algunos de Google, que parecen deberle mucho a la industria informática, envían a sus hijos a una escuela que no usa computadoras", comentó Lisa Babinet, profesora de matemáticas y cofundadora de la escuela primaria, en la conferencia anual Google Big Tent.
El periódico francés recoge el testimonio de uno de estos padres:
Tres cuartos de los alumnos inscriptos en la Waldorf son vástagos de personas que trabajan en el área de las nuevas tecnologías. "La gente se pregunta por qué profesionales de la Silicon Valley , entre ellos algunos de Google, que parecen deberle mucho a la industria informática, envían a sus hijos a una escuela que no usa computadoras", comentó Lisa Babinet, profesora de matemáticas y cofundadora de la escuela primaria, en la conferencia anual Google Big Tent.
El periódico francés recoge el testimonio de uno de estos padres:
Pierre Laurent, que eligió esta
escuela porque cuestiona la tendencia actual a equipar en informática a las
clases desde una edad cada vez más temprana. "La computadora no es más que una
herramienta. El que sólo tiene un martillo piensa que todos los problemas son
clavos", dice. "Para aprender a
escribir, es importante poder efectuar grandes gestos. Las
matemáticas pasan por la visualización del espacio. La pantalla perturba el
aprendizaje. Disminuye las experiencias físicas y emocionales".
En la Waldorf esa limitación no existe: se aprende a sumar y a restar dibujando o saltando a la cuerda. Consultado acerca de si no le preocupa que sus hijos estén en desventaja por este retraso en el uso de la PC, Laurent responde:
"No sabemos cómo será el
mundo dentro de 15 años, las herramientas habrán tenido tiempo de cambiar
muchas veces. Por haber trabajado 12 años en Microsoft, sé hasta qué punto los
softwares son preparados para ser del más fácil acceso posible". También
recuerda que todos los alumnos de la Waldorf tienen computadora en sus casas.
La cuestión se reduce entonces a decidir cuándo levantar las limitaciones a su
uso. En la Waldorf esa limitación no existe: se aprende a sumar y a restar dibujando o saltando a la cuerda. Consultado acerca de si no le preocupa que sus hijos estén en desventaja por este retraso en el uso de la PC, Laurent responde:
Richard Stallman, el gurú del software libre, trabaja desconectado: "La mayor parte del tiempo no tengo Internet. Una o dos veces por día, a veces tres, me conecto para enviar y recibir mis correos. Re leo todo antes de enviar".
Así como por un lado muchas personas
sufren de nomofobia, es decir el miedo a no estar conectado
(teléfono, Internet, etc.), otros ya empiezan a dar la vuelta y a recuperar el
placer de la desconexión.
Fred Stutzman , investigador de la
Carnegie Mellon University, desarrolló incluso un programa llamado Freedom que
bloquea el acceso a Internet durante 8 horas seguidas, obligando a reiniciar la
computadora para reactivar el servicio. Deseoso de poder escribir sin
distracciones, también diseñó Anti-social, un software que permite el acceso a
Internet pero sin diversiones tales como Facebook y Twitter. "Las
computadoras se han convertido en máquinas de distracción. Hay que equiparse
hoy de funcionalidades que las devuelvan a su rol de máquina de escribir",
dice. "Es una forma de comprar tiempo".
Sherry Turkle, del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés), autora del libro Alone Together (Solos juntos), dice que mirar sus mails o SMS frente a otros puede ser tan contagioso como un bostezo: "La gente pasa 90% de su tiempo de trabajo con los mails, y en su casa envían SMS estando a la mesa".
El informe de Le Monde pronostica que cada vez habrá más gente pidiendo asistencia para desconectarse. No es un fenómeno de masas, sino más bien una tendencia minoritaria que involucra más bien a los sectores más acomodados. "Algunos tienen el poder para desconectarse y otros, el deber de permanecer conectados", dice el sociólogo Francis Jauréguiberry, que investiga el tema.
Sherry Turkle, del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por sus siglas en inglés), autora del libro Alone Together (Solos juntos), dice que mirar sus mails o SMS frente a otros puede ser tan contagioso como un bostezo: "La gente pasa 90% de su tiempo de trabajo con los mails, y en su casa envían SMS estando a la mesa".
El informe de Le Monde pronostica que cada vez habrá más gente pidiendo asistencia para desconectarse. No es un fenómeno de masas, sino más bien una tendencia minoritaria que involucra más bien a los sectores más acomodados. "Algunos tienen el poder para desconectarse y otros, el deber de permanecer conectados", dice el sociólogo Francis Jauréguiberry, que investiga el tema.
Los "pobres" de la tecnología son los que
no pueden eludir la responsabilidad de responder de inmediato un correo
electrónico o un mensaje de texto.
Los nuevos ricos, por el contrario,
son aquellos que tienen la posibilidad de filtrar e instaurar distancia
respecto a esta interpelación. Lo mismo, dice Jauréguiberry, pasó con la
televisión: el sobre-consumo es cosa de las clases populares.
E-mail de mariu
E-mail de mariu
No hay comentarios:
Publicar un comentario