jueves, 16 de julio de 2015

SKORPIOS, LA ISLA DE ONASSIS. OSCURA HISTORIA

Skorpios, es una isla muy verde que se tiñó de rosas y amarillos en sus épocas gloriosas, pero que en el fondo tiene negras leyendas.
Skorpios fue adquirida por el magnate griego Aristóteles Onassis a principios de los años 60 como un regalo presumido, para Maria Callas (soprano griega nacida en Estados Unidos, considerada la cantante de ópera más eminente del siglo XX).
No solo compró la isla, sino que tuvo también que adquirir una montaña cercana, en Lefkada, para abastecer de agua a la isla y convertirla en el jardín que es hoy. Allí paso la diva largos veranos viviendo su pasión arrebatadora, esa que le dejó sin voz y posiblemente sin habla, cuando se enteró por la prensa de que su querido Ari contraía segundas nupcias con la mujer más famosa del momento; Jacqueline Kennedy.

La compra de Skorpios enojó a muchos pastores que tenían allí sus rebaños de cabras. Dicen los rumores que alguno juró matarle; pero Onassis se convirtió en un personaje popular y supo hacerse apreciar en la zona a base de buenas prebendas.


Un islote en el que solo saltaban las cabras, pasó del anonimato, a las pantallas de los televisores y los cines; un islote donde igual podías ver a Churchill, que a Grace de Mónaco  y Rainiero; donde entre agudos y pianísimos se oían las dramáticas peleas de la Callas, o el helicóptero que venía a traer el pan fresco de Jackie, todos los días, desde su panadería favorita, a trescientos kilómetros.

Cualquier rico que se preciara quería tener una cosa así. Por ejemplo, Spetsopula, en el mar Egeo, propiedad de Niarchos, su rival en los negocios y en la vida en general; el que consiguió casarse con la ex-esposa de Onassis, que más tarde se suicidó. Fin del primer acto de la tragedia.
Onassis en los negocios no solo era un lince, sino que carecía de escrúpulos. Se dice que alguna victima arruinada por sus manejos financieros le lanzó una maldición que hizo extensiva a sus descendientes. Puede ser verdad o fábula, pero lo cierto es que la vida de los personajes asociados a la isla no pudo tener más funestos desenlaces.
Los hijos de Onassis y Jackie, muertos en accidente de aviación; el cadáver de Cristina Onassis, hallado en su piscina tras un síncope asociado a una vida llena de consumo de barbitúricos, a causa de sus amores atormentados con el padre de su hija Athina;

La Callas, sola y abandonada en Paris; el mismo Onassis, loco de dolor por la muerte de su primogénito, fue presa de una rara enfermedad. Una historia llena de tragedias.

El testamento de Onassis parece ser que dejaba claras dos cosas: que el padre de Athina, su nieta, no tocaría un dólar hasta que la niña fuera mayor de edad, y que la isla siempre sería propiedad de la familia o de la fundación Onassis. Hay una pequeña ermita en lo alto con las tumbas de él y sus dos hijos; posesión para toda la eternidad.
Athina se marchó a Suiza a vivir con su familia paterna, y solo una vez volvió a la isla para visitar la tumba de su madre. Los griegos la recibieron como a una diosa, pero se quedaron estupefactos de que apenas hablara griego y de que poco o nada sabía de su país. El caso es que Athina nunca quiso a Skorpios, y la isla quedó habitada solamente por el servicio, guardas y pastores, a cargo de la fundación Onassis.

No había barco de vacaciones que no fuera a fondear en sus bahías, ni golondrina de turistas que no acercara a sus pasajeros a bañarse en la playa de la Callas, con la música de  Casta Diva a todo volumen. El guía turístico decía:

“A su izquierda, señores, podrán contemplar la casa que se hizo construir Jackie Kennedy. Es de estilo cicládico. Y la arena de la playa se hizo traer desde el norte de África. Nunca quiso vivir en la casa grande con Onassis, y le obligó a deshacerse de cualquier objeto relacionado con María”.


Con una historia así y llena de turistas parecería difícil que alguien quisiera esta isla. Pero eso es lo que nos parece a los mortales; los ricos tienen otras necesidades que nosotros no comprendemos. Y sucedió que, la millonaria rusa de 24 añitos de nombre Ekaterina Rybolovleva, le pidió a su padre que le comprara Skorpios. Ella ha manifestado a la prensa que se lo plantea como una inversión a largo plazo, y que va acometer reformas respetuosas con el medio ambiente. Lo que nadie se explica es cómo han logrado sortear los impedimentos del testamento de Onassis.
Lo de las barcas de turistas y veleros lo ha solucionado, pues han puesto boyas en toda la cara norte de la isla para que nadie se acerque.
Durante el día hay un gran ovimiento de ferries cargando materiales en el muelle, algunos comentan que la está despojando de todos los muebles y objetos de la familia y que los ha regalado al Ayuntamiento de Meganisi, del que depende la isla. Pero así es la vida; Jackie no quería las cosas de la Callas y La Rusa no quiere las cosas de la Jackie. Así es Grecia, con su historia desperdigada por museos de todo el mundo.
Fuente: http://www.huffingtonpost.es/

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