martes, 28 de julio de 2015

SUCEDIÓ EN LA ISLA DE PASCUA. ¿NOS SUCEDERÁ TAMBIÉN?

La teoría más difundida y aceptada, es que, los habitantes de la isla de Pascua llegaron de la isla Hiva en la Polinesia Francesa, que dista 3.641 km . Estudios señalan que la llegada de los polinesios ocurrió entre los siglos IV o V d. C.
Se cree que cuando el jefe Hotu Matu’a y sus hombres (alrededor de unos 100) desembarcaron en la playa de Anakena, llevando consigo lo necesario para formar una nueva civilización, encontraron una isla cubierta de palmeras y plantas comestibles, donde también abundaban las aves marinas y los peces.
La tradición cuenta que el Ariki (rey) Hotu Matu’a decidió cuál sería la organización social y religiosa de la nueva comunidad, dictando normas para la construcción de viviendas y monumentos. Aquellos primeros años se habrían dedicado a explotar todo lo que les ofrecía la isla, cultivar especies que ellos mismos habían llevado y a incrementar la población de animales y de seres humanos.
El culto a los antepasados rigió gran parte de la vida espiritual de sus habitantes.
Los Rapa Nui creían que el “mana” (energía espiritual) de las personas importantes continuaba existiendo después de su muerte, y tenía la capacidad para influir en los acontecimientos mucho tiempo después de su fallecimiento, esa creencia hizo posible la elaboración de los moais.

la cultura Rapa Nui alcanzó su máximo esplendor erigiendo enormes altares ceremoniales o Ahu en los cuales se levantaron las enormes esculturas talladas en piedra volcánica, que son el símbolo más característico de la Isla de Pascua.
Al momento de morir el jefe de una tribu o alguno de sus miembros más importantes, se mandaba esculpir una estatua en la cantera de Rano Raraku, luego esta, sería trasladada hasta la aldea correspondiente, para que proyectara sobre sus descendientes su “mana” o poder sobrenatural, a través de su mirada. 
Los moais, siempre se colocaron mirando hacia su aldea y sus descendientes, no hacia el mar, pues su objetivo no era protegerlos de amenazas externas sino extender sobre ellos un manto protector.

Con el tiempo la población creció y los bosques fueron talados para la agricultura, el fuego, balsas y la construcción de moáis. A finales del siglo XV, vivían en la isla de 6.000 a 10.000 personas (algunos estiman que hasta 15.000 ó 30.000), lo que ejercía una presión demográfica sobre la isla que llevó al colapso de su sociedad debido a la destrucción de su medio ambiente.
Se estima que la población de la Isla de Pascua sufrió una crisis social, que se ha atribuido a la sobre-población y devastación del ecosistema en los siglos XVI a XVIII.
La tala de los bosques y la sobre explotación agrícola disminuyó la producción de cultivos, les impidió construir balsas para la pesca en alta mar y el conseguir leña para el fuego. A esto se le sumó el agotamiento de recursos marítimos costeros y de los huevos de las aves marinas que anidaban en la isla. En un entorno tan poco agradecido como aquel, lo lógico es que se hubieran extinguido rápidamente.

El primero en llegar a la isla fue el explorador holandés Jacob Roggeveen que arribó procedente del archipiélago Juan Fernández, mientras buscaba la Terra Australis, Roggeveen  avistó la isla, que no aparecía en sus mapas de navegación, el domingo 5 de abril de 1722, y como ese día era domingo de Pascua, bautizó a la isla con el nombre de Isla de Pascua. El holandés sólo consiguió estar un día en tierra a causa de los fuertes vientos y, dado que encontró pocas posibilidades de aprovisionamiento, partió con rumbo a Tahití.
Pasaron casi cincuenta años hasta la llegada de nuevos barcos europeos. Esta vez la expedición española dirigida por Felipe González de Haedo llegó desde Perú en 1770 con el fin de reclamar el territorio para España. 

Cuatro años más tarde, en 1774, el famoso explorador inglés James Cook, llegó a la playa de Anakena en la “Resolution”, con la esperanza de abastecerse de alimentos y agua, pero le fue imposible porque encontraron una isla prácticamente desolada. En su relato del viaje, James Cook señala que aunque algunos moais todavía se encontraban en pie, muchos de ellos estaban caídos y los ahus dañados, dejando claro que tanto los moais como los isleños estaban en peores condiciones que las reportadas por los españoles. El último año en que un visitante registró haber visto un moai de pie fue 1838.

Una de las causas de la casi desaparición de los habitantes de la isla, la tuvieron los europeos. La mortalidad en la isla aumentó tras su llegada. Por un lado, debido a las enfermedades, como la sífilis, que les contagiaron los marinos; y por otro, por la acción de los traficantes de esclavos, especialmente el catalán Joan Maristany Galceran, quien, en 1862, apresó a un tercio de los isleños y los vendió en Perú. Entre las víctimas de este atropello se encontraban el rey y muchos de los sabios que aún sabían leer y escribir las tablillas Rongo Rongo.
Las protestas internacionales no se hicieron esperar pero el daño ya estaba hecho. La insistencia del gobierno de Francia permitió el término de las prácticas esclavistas y la repatriación de una docena de sobrevivientes.  Casi todos los Rapanui murieron en Perú o en el viaje de regreso. Sólo consiguieron  volver 15 isleños pero lo hicieron portando el virus de la viruela, lo que terminó de diezmar la población. De aquel pequeño grupo de supervivientes descienden los casi cinco mil isleños que actualmente habitan en Rapa Nui.

Fuente: Varias páginas en la web.

Lo sucedido en la Isla de Pascua, es un claro ejemplo de lo que puede venir sino hacemos algunos cambios.
Cada vez se acelera más la extinción de animales, se arrecia la tala de bosques, se avanza en las tecnologías para aumentar las toneladas de pesca en los océanos.
Actualmente vamos hacia una superpoblación?.
¿El hambre, la sed y la pobreza nos llevaran a guerras interminables?
¿Las creencias religiosas, provocaran el caos mundial?
¿Viviremos en ambiente contaminado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario