Pieza procesal de indudable valor
histórico.
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Así comenzó lo que podría
llamarse la aventura idiomática-forense-judicial más singular de que se tenga
conocimiento por estos lados. No solo por la intensidad de la escena de sangre
que se describe, sino también por la riqueza descriptiva, el uso libérrimo
del lenguaje y la precisión deductiva de los investigadores.
Todo esto quedó
plasmado en las actas cuyas imágenes vemos acá, prueba gráfica indiscutible de
que nuestro medio judicial ha evolucionado… Levemente, pero ha evolucionado.
Así que nos hemos dado a la tarea de extraer y destacar algunos apartes de este
intrigante caso policíaco. La ortografía, copiada
fielmente, es parte del encanto.
Objeto de la diligencia:
“… diligencia
de levantamiento de un cadáver que fue allado muerto allí y que fue visto
por unos campesinos que pasaban y al verlo que no se movía y que estaba
encharcado de sangre lo reconocieron como muerto y avisaron al suscrito
inspector…”
Descripción general, estado civil y profesión del occiso:
“…se encuentra
sobre una charca de sangre el cadáver de un individuo de sexo masculino de unos
48 años de edad aproximadamente, al parecer casado porque tiene una
argolla de matrimonio en el dedo anular de la mano izquierda, de profesión
mecánico porque la ropa la tiene untada de grasa quemada, de piel morena tirando a
negra, flaco, carepalo y medio canoso, y de unos 1,60 metros de altor, desconociéndose
más datos sobre la personalidad del muerto por tratarse de un hombre forastero
y sin amistades en la región…”
Peculiaridades del cadáver:
“El cadáver del
difunto se encuentra bocarriba, con la boca abierta y los ojos cerrados, con la cabeza medio
ladiada como mirando un guanábano en completa producción, con el brazo derecho
estirado hacia un lado y como saludando a alguna persona y el brazo
izquierdo en estado de reposo, los pies semicruzados como haciendo el numero 4
(cuatro) y en aptitud totalmente rígida…”.
Descripción de las heridas:
“… presenta un
machetazo en la cabeza que arrancó desde la raíz de la oreja hasta parar
levemente en la altura del cráneo, otro en la quijada inferior con
estracion dental de dos molares y un raigon, otro en el pescueso que
le alcanzó a afectar un escapulario de trapo completamente borroso, otro en la
paleta izquierda que alcanzó a llegar hasta cerca del espinazo, otro en la
región del nalgatorio que le interesó mayormente la nalga derecha y parte del
guesito de la alegría, otro en el cuadril derecho y dos en la canilla derecha…”
Otra peculiar anotación:
“Se ve claramente
que los autores del asesinato
no le pegaron más machetazos al cadáver porque seguramente vieron que el muerto
había dejado de existir…”
Esta
antológica pieza forense demuestra que desde hace mucho tiempo la rama judicial
en Colombia ha estado y continua estando..... “como mirando un guanábano
en plena producción”. ¿O no?
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