martes, 12 de septiembre de 2017

DE LA ASPIRINA, SU HISTORIA

Medicamentos hechos de sauce y otras plantas ricas en salicilato aparecen en papiros de farmacología faraónica egipcia​ pertenecientes al segundo milenio a.C.
Hipócrates se refirió al uso del té salicílico como remedio para reducir la fiebre alrededor del año 400 a.C. Estos medicamentos formaron parte de la farmacopea de la medicina occidental en la antigüedad clásica y la edad media. El extracto de la corteza de sauce fue reconocido por sus efectos específicos sobre la fiebre, el dolor y la inflamación a mediados del siglo XVIII.


Así, en 1828, un profesor de farmacia de la Universidad de Múnich Johann Buchner, aisló una pequeña cantidad de cristales de color amarillo y sabor amargo a los que bautizó con el nombre de salicina. (Dos científicos italianos lo habían conseguido dos años antes, pero en estado puro).

 En el año 1838, el químico italiano Rafael Piria, que trabajaba en ese entonces en la Universidad de la Sorbona, en ParísFrancia, fue quien dividió la salicina en un azúcar y en un componente aromático llamado salicilaldehído; para obtener luego del segundo, mediante hidrólisis y oxidación, un ácido de agujas cristalizadas incoloras al que bautizó con el nombre de “ácido salicílico”. El problema se presentó al notar que el nuevo ácido obtenido era muy fuerte para que el estómago lo soportara.
Las investigaciones continuaron y en 1853 el químico francés Charles Gerhardt consigue neutralizarlo agregándole sodio (con el cual se forma salicilato de sodio) y cloruro de acetilo, dando origen así al ácido acetilsalicílico, pero la solución tenía demasiados efectos secundarios e impurezas).   A pesar de la importancia de su hallazgo, Gerhardt no sintió deseos de comercializarlo y abandonó su gran descubrimiento.

En 1897, científicos de la empresa farmacéutica y de colorantes Bayer comenzaron a investigar al ácido acetilsalicílico como un reemplazo menos irritante para los medicamentos estándar de salicilato común, entonces Feliz Hoffmann joven químico de la misma empresa, se encontró con lo que sería la solución 'mágica' para una amplia variedad de malestares. El 10 de agosto de 1897 anotó en su cuaderno de laboratorio que había logrado producir ácido acetilsalicílico puro.
Fue en el año 1899, cuando la empresa Bayer, patentó la fórmula con el nombre de aspirina, que primero se vendió en polvo y finalmente en tabletas hacia 1915.

La popularidad de la aspirina creció durante la primera mitad del siglo XX, impulsada por el papel eficaz que jugó al principio de la pandemia de gripe española de 1918. Su gran rentabilidad dio lugar a una feroz competencia y a la proliferación de marcas y productos derivados.
La popularidad de la aspirina disminuyó después del desarrollo del paracetamol en 1956 y del ibuprofeno en 1962. 

En las décadas de 1960 y 1970, John Robert Vane y otros investigadores descubrieron el mecanismo básico de los efectos de la aspirina, mientras que ensayos clínicos y otros estudios llevados a cabo en las décadas de 1960 a 1980 establecieron la eficacia de la aspirina como un agente anticoagulante que reduce el riesgo de enfermedades de coagulación de la sangre. Las ventas de aspirina volvieron a cobrar fuerza en las últimas décadas del siglo XX, y siguen siendo fuertes en el siglo XXI debido a su uso generalizado como medicamento preventivo para ataques al corazón e infartos.

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