lunes, 31 de mayo de 2021

ANTIGUAS COSTUMBRES DEL MATRIMONIO

 Muchas de las costumbres matrimoniales observadas actualmente son prácticas que están vigentes desde las más remotas épocas. Por ejemplo:

El velo de la novia. Fue introducido por los antiguos griegos y romanos con objeto de protegerla del mal de ojo de un posible rival.

El anillo de boda. Su uso se generalizó en los matrimonios cristianos a partir del siglo IX, se remonta al Egipto de los faraones. Antiguamente se colocaba en el tercer dedo de la mano de la novia porque se creía que este dedo tenía una vena que desembocaba directamente en el corazón. Se supone que la alianza, por ser de oro (el metal más duradero), confiere a quienes la llevan unión perfecta y permanente. De aquí deriva la superstición de que la rotura del anillo es signo de próximo desastre.

Ropa interior doméstica. La costumbre del ajuar proviene del centro de Europa. En Francia se entregaba al marido un hatillo con los objetos de valor de la novia. Hasta hace un siglo, en muchos pueblos de los Balcanes la novia regalaba al novio ropa interior confeccionada por ella misma.

La costumbre de arrojar confeti y arroz. Es un antiguo rito griego de la fertilidad, en el que se lanzaban pequeñas golosinas sobre la pareja. También se suponía que este acto confería prosperidad a los esposos.

En las islas Célebes (Indonesia) se cree que, si no se soborna el alma del novio con una ducha de arroz, se escapará volando después de la boda y jamás regresará.

Los banquetes. Siempre han sido el medio para consolidar relaciones. En las bodas malayas, la novia y el novio se dan de comer uno al otro arroz crudo durante la ceremonia. En Nueva Guinea, los novios comparten un cerdo sacrificado para este fin, que deben consumir totalmente.

De modo análogo, los novios bosquimanos del sur de Africa devoran un eland, especie de antílope, del que sólo dejan los huesos.

La tarta nupcial. La costumbre occidental de repartir trozos de torta nupcial entre los invitados procede de otra romana que consistía en dividir el pan sobre la cabeza de la novia para asegurar la prosperidad del matrimonio. A continuación, cada invitado tomaba un fragmento. Esta costumbre se transformó en la de echar granos de trigo a la novia, con los cuales después, se hacían galletas que se partían sobre la cabeza de la joven. En Inglaterra se colocaba un montón de bollitos entre los novios, y debían besarse por encima de ellos. Hasta que por fin, después de muchos años, esta costumbre fue sustituida por la tarta nupcial.

Para los lambodis, tribu seminómada de algunos lugares del centro y del nordeste de la India, la boda es tiempo de lamentaciones. En la mañana siguiente al día del himeneo, la novia se sube sobre un buey de más de cuatro años y se deshace en llanto por tener que abandonar a su madre, a su padre y a su familia.

La expresión luna de miel. Alude a la primera intimidad de los casados, proviene de una vieja costumbre del norte de Europa consistente en ingerir vino con miel o aloja como afrodisíaco durante el primer mes de matrimonio.

Sopa a los recién casados. Hubo un tiempo en que los campesinos de Languedoc (Francia) irrumpían en la cámara matrimonial y ofrecían sopa a los nuevos esposos. La sopa les daría el vigor necesario para que pronto tuvieran descendencia.

La noche de bodas. En la Bretaña francesa del siglo XVII, los recién casados esperaban tres noches antes de hacer vida marital. La primera noche se dedicaba a Dios, la segunda a San José, y la tercera al santo patrono del novio.

Los hábitos del pueblo yezidi, en el norte del Iraq, son más espontáneos. Los contrayentes se retiran a un aposento y, después de consumada la unión, el novio da tres golpes en la puerta. Inmediatamente acude a abrirla un sacerdote que dispara al aire un arma de fuego. Con esta señal comienzan las ceremonias del enlace y la alegría general.

Los derechos conyugales. Cuando un joven de la tribu Todras de Nilgiris, en el distrito de Madrás, contrae matrimonio, sus hermanos también adquieren derechos conyugales sobre su esposa, pues se estima que la muchacha se ha casado con la familia.

Si la joven queda embarazada, se efectúa un ceremonial llamado pursutpimi con objeto de establecer la paternidad. Tras una discusión entre los posibles padres, el hombre elegido entrega a la novia un simbólico arco con flechas bajo un árbol kiaz, en presencia de un anciano de la tribu. Todos los hijos que vengan después, también se consideran pertenecientes al hombre elegido en el pursutpimi, incluso los que nazcan después de su muerte.

Fuente:Reader´s Digest

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