martes, 10 de enero de 2012

HISTORIA DE UN ABOGADO – El tiro por la culata

Un abogado compró una caja de puros, muy raros y de alto precio, y procedió a comprarles un seguro contra varios riesgos, entre otras cosas, contra incendio.
En el lapso de un mes, habiéndose fumado la caja completa de estos grandiosos puros, el abogado reclamó el seguro contra incendio a la compañía de seguros.
En su reclamación, el abogado declaraba que los puros se perdieron a causa de una serie de pequeños fuegos o incendios.
La compañía de seguros se rehusó a pagar, citando las razones obvias: que él había consumido los puros de acuerdo al uso tradicional.
El abogado demandó y ¡GANÓ!
 

De acuerdo con las reglas, el juez estuvo de acuerdo con la compañía de seguros que la reclamación era frívola. El juez declaró que en cualquier caso, el abogado contrató una póliza de seguro con la compañía, en la cual se garantizaba que los puros eran asegurables y también se garantizaba que quedaban asegurados contra incendio, sin definir expresamente las exclusiones de algunos “fuegos o incendios” y por lo tanto era sujeta a la obligación del  pago reclamando.
Lejos de sostener un lento y costoso juicio de apelación, la compañía de seguros aceptó las reglas y pagó $15,000 al abogado por la pérdida de sus puros a causa del fuego.

Una vez que el abogado hubo cambiado el cheque, la compañía de seguros promovió su arresto por 24 cargos de incendios intencionales.
Utilizando en su contra su propio testimonio en lo declarado por él en su reclamación del pago a la compañía de seguros, el abogado resultó convicto por el delito de incendio intencional en contra de su propiedad asegurada y fue sentenciado a 24 meses de pena de cárcel y al pago de una multa de $ 24,000

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