Un eunuco es un hombre castrado. La privación de los genitales
externos masculinos (emasculación o eviración) podía efectuarse de manera
parcial o total.
La manera parcial era la castración propiamente dicha, es decir
la extirpación (por corte) o la inutilización (por golpes) de los testículos.
Otra manera parcial era la extirpación por corte del pene.
La manera total era cuando se mutilaba radicalmente, cortando
pene y testículos.
A pesar que una consecuencia es una "feminización", pues lo hormonal afecta la distribución
lipídica corporal, biológicamente el macho humano castrado no se convierte en
hembra en el sentido que no se produce cambio genético. En cambio,
socioculturalmente, el eunuco no es ya hombre ni tampoco es mujer, se le
considera así de un nuevo género. Y con ello usualmente se les encargan
funciones especiales, en otras palabras, eran usados para la sodomía.
Los
Eunucos blancos eran capturados durante los conflictos entre el imperio otomano
y los países balcánicos. Los primeros Eunucos blancos provenían de las zonas
cristianas conquistadas de Circaza, Georgia, y Armenia. También eran extraídos
de entre los prisioneros de guerra húngaros, eslovenos, y alemanes.
Los
Eunucos negros por su parte eran capturados en Egipto, Abisinia y Sudán. Muchos
de ellos eran esclavos negros capturados en el alto Nilo y transportados a los
mercados del mar mediterráneo - Meca, Medina, Beirut, Esmirna (Izmir) e
Estambul. Todos los Eunucos eran castrados por egipcios cristianos o judíos en
el camino a los mercados, pues el Islam prohibía la práctica de la castración
pero no del uso de esclavos castrados.
En la Grecia antigua eran muy temidas las Amazonas, un pueblo de
feroces guerreras con una sociedad matriarcal, que según algunas versiones de
la leyenda mataban o mutilaban hombres cuando no los necesitaban para la
reproducción.
Los judíos radanitas, quienes tenían en la práctica el
monopolio del tráfico medieval de eunucos destinados a los serrallos
orientales, habían establecido una de sus siniestras factorias en la costa
almeriense para abastecer desde ella los ricos mercados de Andalucía y
norteafricanos. Allí los hombres cautivos eran castrados y enterrados hasta el cuello en la arena de la playa para que las
propiedades antisépticas y cicatrizantes del yodo marino ayudaran a contener
sus tremendas hemorragias.
En la alta Edad media habían establecido una red que
controlaba buena parte del comercio global de mercancías, desde China hasta el norte
de Europa. De hecho, otro de sus centros de producción de eunucos estaba en
Verdún, noreste de Francia, plaza donde se castraban los esclavos procedentes
de Alemania y Europa central.
El
porcentaje de supervivencia a la emasculación debió de estar relacionado con
los métodos empleados y con el grado de mutilación del paciente. Porque hay que
aclarar que no tenía el mismo valor un castrado que conservaba el pene que un
castrado absoluto: la operación entrañaba muchos más riesgos en el segundo
caso.
A
los supervivientes de la mutilación total se les insertaba una barrita de plomo
en la uretra, barrita que debían retirarse cada vez que necesitaban orinar. Los
que podían exhibir su barrita eran mucho más caros en el mercado.
Se desconfiaba
de aquellos que no habían sido castrados por completo, ya que el pánico en el
momento de ser operados provocaba a menudo la retracción de una de las gónadas
(el fenómeno reflejo en que se basa nuestro coloquial "acojonarse")
al interior del perineo. Así. al amputar el saco escrotal y coser la herida,
pasaban por eunucos sin serlo. Incluso se afirmaba que, si el testículo oculto
era el derecho, cambiaban la voz pero les salía barba, mientras que si era el izquierdo
podían sentir deseo sexual e incluso engendrar. Por esa razón, los suspicaces
señores de los serrallos preferían a los castrados absolutos. Por algo el
vocablo eunuco significa "vigilante del lecho".
En
este mercado se apreciaban sobremanera las habilidades especiales. Existían
centros dedicados exclusivamente a preparar a lo eunucos destinados a los
serrallos de los más poderosos. Debían aprender a ser dóciles y ciegamente
fieles; mostrarse discretos pero siempre avizores; preparar bebidas y alimentos,
y ocuparse de los cuidados domésticos como lo haría un ama de llaves. Puesto
que su destino era permanecer encerrados de por vida entre los límites de un
harén, convenía que además fueran cultos y supieran cantar, tocar algún
instrumento o recitar bellas historias. para entretener a sus amos. Pero no
siempre era así.
También
alcanzaban precios muy altos los eunucos a los que, además de sus atributos
viriles, se les había cortado la lengua.
Según
investigaciones y estudios realizados por europeos en los siglos XIX y XX, no
eran extraños los casos en que el padre, la madre, los hermanos y las hermanas,
acompañaban a un integrante de la familia a una cita con el barbero-cirujano.
Éste, con técnicas rudimentarias basadas en la sabiduría de aquel entonces,
procedía a la operación. El barbero primero envolvía desde su base al pene y los
testículos conjuntamente en una venda común que ajustaba fuertemente, lo que
producía dolor y proporcionaba la forma de una especie de embutido. A
continuación iba retorciendo hacia un lado el paquete así formado, tomaba un
cuchillo curvo, lo alzaba a distancia calculando para un corte fuerte y
veloz... llegados a este punto el barbero preguntaba una vez más si estaban
seguros de una decisión que sería irreversible, si el futuro eunuco era mayor
de edad, él debía responder por sí mismo, y si era menor entonces la respuesta
correspondía a la familia allí presente. Si la respuesta final era afirmativa,
entonces con un solo movimiento cercenaba los genitales. Luego junto con el
inmenso dolor se producía una abundante hemorragia. El barbero aplicaba baños
de sales y aceites para detenerla y luego aplicaba una pequeña cuña de metal,
generalmente estaño, en el orificio uretral. Entonces venía lo más difícil, el
nuevo eunuco debía estar andando despacio sin mayor descanso, y no consumir
nada de líquidos por unos días.
Desde los tiempos de Bizancio se
había castrado a niños para obtener buenos sopranos y, sólo en 1870, quedó
prohibida legalmente semejante abominación. El primer castrato que dejó su nombre en la Historia del
bello canto, fue el español Giacomo Spagnoletti, que cantó en el coro de la
Capilla Sixtina hacia 1590.
Los castrati más famosos, como
Senesino, un gigante cuya voz y apariencia utilizó Haendel para estrenar nada
menos que 17 de sus óperas, disfrutaron por lo general de una vida de lujo y
reconocimiento. E incluso, algunos gozaron de cierto poder político dada su
familiaridad con los soberanos, caso de Farinellí con Felipe V de España.
Carlos Broschi , más conocido como Farinelli, fue castrado como otros muchos de su época. Aunque en el
siglo XVIII esta práctica estaba penalizada, bajo la excusa de razones médicas
muchas familias la ejercían con sus hijos con el convencimiento de que
alcanzarían ser grandes cantantes. Farinelli lo fue.
Johann Joachim
Quantz escribió de él que tenía una voz de soprano penetrante, completa, rica y bien
modulada. Quizás por ello pronto alcanzó éxito y fama creciente.
Farinelli forma parte de una
larga lista de eunucos famosos de la historia. Entre ellos se encuentran Bagoas (a quien se le relaciona con Alejandro Magno), Ganímedes (que estaba al servicio de Cleopatra), Narsés (general deJustiniano I), Ts’ai Lun (consejero imperial chino de la dinastía Han), etc…
En Yibuti, cuando
un hombre quería solicitarle a una mujer que contrajeran enlace matrimonial,
para ser aceptado debía demostrar primero su valor llevándole como obsequio y
entregándole como regalo, envuelto, los genitales de otro hombre a quien
previamente debía haber mutilado. Sin dicho obsequio no era aceptado, y las
costumbres sociales incluían la burla por parte de la mujer pretendida con
frases que ponían en duda la masculinidad del pretendiente por no ser capaz de
cumplir valientemente con la tradición. Entre las formas de procurase tan
macabro botín estaban, por ejemplo, la guerra colectiva o el asalto individual
a extranjeros o ancianos. Desde hace varias décadas, la prédica de los
misioneros religiosos poco a poco hizo desaparecer esta costumbre; sin embargo,
las más ancianas aún conservan orgullosas como valioso recuerdo su tradicional
regalo pre-nupcial.
En la actualidad:
Aunque la ley lo prohíbe desde
1860, aún existen hombres que se castran voluntariamente en la India,
los hijras; hay cerca de 500.000. La mitología hindú está llena de dioses
andróginos por lo que para el hijra no hay nada innoble en ello. Sin
embargo, han ido cayendo en la marginalidad, lo que ha hecho que se agrupen e,
incluso, han creado su propio partido político.
Fuente: Varias paginas de la WEB
Interesante
ResponderEliminarInteresante
ResponderEliminarSuper interesante, un gran antecedente para un trabajo en el área legal. Gracias
ResponderEliminarYo tenguo 51 años soy gay y me encantaria comvertirme en eunoco
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