La prohibición de este tipo de
armas cuenta con el respaldo de 189 países (el último en adherirse al tratado
fue Somalia, en mayo de este año). Israel y Birmania, pese a ser firmantes, aún
no la han ratificado. Los otros países que ni son signatarios ni se han
adherido son Sudán del Sur, Angola, Egipto y Corea del Norte.
Al unirse al acuerdo, Albania,
India, Corea del Sur, Irak, Estados Unidos, Rusia y Libia declararon poseer
armas químicas. En 2009 los cuatro primeros ya habían destruido sus reservas.
El tratado, que complementa el Protocolo de Ginebra de 1925 y la Convención de
1972 sobre armas bacteriológicas, da un plazo de 10 años desde su entrada en
vigor para eliminar los arsenales, aunque a Rusia y EE UU se les ha prorrogado
dado el enorme tamaño de sus reservas y la dificultad para destruirlas. La
revuelta de 2011 en Libia paralizó las tareas de destrucción de su arsenal, por
lo que el país también se acogió a una prórroga.
La Organización para la
Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que vela por el cumplimiento de la
Convención, asegura que para febrero de este año se habían destruido 55.939
toneladas de las 71.196 declaradas (78,57%), distribuidas en 8,7 millones de
contenedores y municiones.
En cuanto a las instalaciones
necesarias para su elaboración, los 13 Estados que reconocieron tenerlas (entre
ellos, Bosnia-Herzegovina, China, Francia, India, Libia, Japón, Reino Unido,
Irán y Serbia, además de EE UU y Rusia) las han desactivado, según la OPAQ, por
lo que, en teoría, ningún país miembro de la Convención produce armas químicas.
En resumen, existen cuatro tipos de
agentes químicos letales usados como armas:
Los agentes nerviosos, una de las más letales sustancias químicas reconocidas
por los expertos. Su mecanismo de acción consiste en
bloquear una enzima necesaria
para el funcionamiento del sistema nervioso. Si esta enzima, llamada
acetilcolinesterasa, está bloqueada el sistema nervioso entiende que tiene que
hiper-estimular al tejido muscular y se produce una contracción muscular
permanente, tanto en los músculos que controlan la respiración
como en los cardiacos, lo que genera dificultad para respirar, sudoración,
salivación excesiva, convulsiones y pérdida de visión.
Finalmente, la persona suele morir por asfixia o paro cardiaco. Los efectos
sólo tardan minutos en producirse si la sustancia se inhala. Si sólo se ha
estado en contacto con la piel, pueden tardar de dos a 18 horas en aparecer los
problemas mencionados.
Los
gases sarín, tabún y VX forman parte de esta categoría.
Algunos de los síntomas de estos
gases, son boca y ojos abiertos y mirada fija, explica a la BBC Bretton-Grond,
un ex comandante de las Fuerzas británicas contra el terrorismo químico y
biológico y para que sea efectivo -y producir miles de muertes- el gas sarín
debe rociarse en forma de aerosol, a una distancia cercana, el cual, se queda
impregnado en la ropa y puede ser tóxico para aquellos que entren en contacto
con la sustancia.
Los agentes pulmonares o el cloro, que generan un daño generalizado del sistema
respiratorio provocando la asfixia. Sus síntomas tardan un poco más en
aparecer, entre dos y cuatro horas, y la muerte se produce en unas 24 horas.
Con los agentes asfixiantes o pulmonares,
"no puedes respirar", afirma Amesh Adlja del Centro de Seguridad de
la Salud en la Universidad de Pittsburgh en declaraciones al diario Washington
Post. "Es el fin tras una alta dosis de cloro".
"La estructura química de
los compuestos presentes en estas armas es muy sencilla y muestra con claridad
que cualquier laboratorio, en cualquier país,
nuclear o no, puede producirlos", afirma Natalia López
Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de
Navarra.
El
fosgeno y cloro entran en esta categoría.
Los
agentes vesicantes. En la Primera Guerra
Mundial se dieron a conocer las sustancias vesicantes, dentro de las
más conocidas está el gas
mostaza. Su acción va dirigida a la piel y a las mucosas y a los
ojos, ya que produce grandes
quemaduras que
dan lugar a ampollas y conjuntivitis. Estas sustancias pueden ser propagadas en
formato líquido o gaseoso no tardando más de cuatro horas en aparecer sus
efectos sobre los ojos y pulmones, aunque el daño sobre la piel puede
retrasarse hasta 48 horas. También tiene efectos tardíos sobre la población y
décadas después pueden surgir dificultad en la visión, cáncer y otros
problemas.
Los agentes sanguíneos. Impiden la respiración celular, ya que evitan que el
oxígeno que llevan los glóbulos rojos pueda ser utilizado.
Este
grupo está formado por el cianuro y sus derivados.
"En la mayoría de las
ocasiones lo que se busca es paralizar la musculatura o impedir la respiración,
como por ejemplo, los 'benzilatos', que son sólidos dispensados en forma de
aerosol para ser inhalados y que son incapacitantes", señala López
Moratalla. "Sus efectos incluyen pérdida de la visión y alteraciones
mentales como pérdida de la memoria, desorientación y confusión que dura varios
días", señala esta experta.
Aunque los efectos más letales
de agentes químicos como el gas sarín se producen tras la inhalación inmediata,
cualquier persona que entre en contacto con los afectados del ataque debería
tomar precauciones. "Es necesario tomar medidas preventivas, como el uso
de guantes y mascarillas, si bien es cierto que las armas químicas más modernas
han llegado a un nivel tan alto de sofisticación que son capaces de superar
estas barreras", señala.
También es fundamental, añade,
el lavado de la piel de los afectados -"el agua ayuda a contrarrestar los
efectos tóxicos"-, retirar y desechar la ropa que llevaran puesta y no
consumir los alimentos o bebidas que hayan podido estar expuestos a los vapores
el gas.
Aunque existen antídotos
útiles contra los ataques con gas sarín, por ejemplo compuestos nitrogenados
como la atropina, que ayudan a reactivar la incapacitación que provoca el gas, se
subraya que sólo son útiles si se utilizan poco tiempo después del ataque.
"Transcurridas de dos a cuatro horas, el efecto es irreversible",
remarca el especialista, quien lamenta que la química, "que tantos
beneficios proporciona y que ha permitido muchos progresos", se utilice
para fines como la guerra.
Fuente: elmundo.es
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