domingo, 25 de agosto de 2013

CONOZCA LAS LETALES ARMAS QUIMICAS



La prohibición de este tipo de armas cuenta con el respaldo de 189 países (el último en adherirse al tratado fue Somalia, en mayo de este año). Israel y Birmania, pese a ser firmantes, aún no la han ratificado. Los otros países que ni son signatarios ni se han adherido son Sudán del Sur, Angola, Egipto y Corea del Norte.
Al unirse al acuerdo, Albania, India, Corea del Sur, Irak, Estados Unidos, Rusia y Libia declararon poseer armas químicas. En 2009 los cuatro primeros ya habían destruido sus reservas. El tratado, que complementa el Protocolo de Ginebra de 1925 y la Convención de 1972 sobre armas bacteriológicas, da un plazo de 10 años desde su entrada en vigor para eliminar los arsenales, aunque a Rusia y EE UU se les ha prorrogado dado el enorme tamaño de sus reservas y la dificultad para destruirlas. La revuelta de 2011 en Libia paralizó las tareas de destrucción de su arsenal, por lo que el país también se acogió a una prórroga.
La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que vela por el cumplimiento de la Convención, asegura que para febrero de este año se habían destruido 55.939 toneladas de las 71.196 declaradas (78,57%), distribuidas en 8,7 millones de contenedores y municiones.
En cuanto a las instalaciones necesarias para su elaboración, los 13 Estados que reconocieron tenerlas (entre ellos, Bosnia-Herzegovina, China, Francia, India, Libia, Japón, Reino Unido, Irán y Serbia, además de EE UU y Rusia) las han desactivado, según la OPAQ, por lo que, en teoría, ningún país miembro de la Convención produce armas químicas.

En resumen, existen cuatro tipos de agentes químicos letales usados como armas:
Los agentes nerviosos, una de las más letales sustancias químicas reconocidas por los expertos. Su mecanismo de acción consiste en bloquear una enzima necesaria para el funcionamiento del sistema nervioso. Si esta enzima, llamada acetilcolinesterasa, está bloqueada el sistema nervioso entiende que tiene que hiper-estimular al tejido muscular y se produce una contracción muscular permanente, tanto en los músculos que controlan la respiración como en los cardiacos, lo que genera dificultad para respirar, sudoración, salivación excesiva, convulsiones y pérdida de visión. Finalmente, la persona suele morir por asfixia o paro cardiaco. Los efectos sólo tardan minutos en producirse si la sustancia se inhala. Si sólo se ha estado en contacto con la piel, pueden tardar de dos a 18 horas en aparecer los problemas mencionados.
Los gases sarín, tabún y VX forman parte de esta categoría.
Algunos de los síntomas de estos gases, son boca y ojos abiertos y mirada fija, explica a la BBC Bretton-Grond, un ex comandante de las Fuerzas británicas contra el terrorismo químico y biológico y para que sea efectivo -y producir miles de muertes- el gas sarín debe rociarse en forma de aerosol, a una distancia cercana, el cual, se queda impregnado en la ropa y puede ser tóxico para aquellos que entren en contacto con la sustancia.

Los agentes pulmonares o el cloro, que generan un daño generalizado del sistema respiratorio provocando la asfixia. Sus síntomas tardan un poco más en aparecer, entre dos y cuatro horas, y la muerte se produce en unas 24 horas. 
 Con los agentes asfixiantes o pulmonares, "no puedes respirar", afirma Amesh Adlja del Centro de Seguridad de la Salud en la Universidad de Pittsburgh en declaraciones al diario Washington Post. "Es el fin tras una alta dosis de cloro".
"La estructura química de los compuestos presentes en estas armas es muy sencilla y muestra con claridad que cualquier laboratorio, en cualquier país, nuclear o no, puede producirlos", afirma Natalia López Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Navarra.
El fosgeno y cloro entran en esta categoría.

Los agentes vesicantes. En la Primera Guerra Mundial se dieron a conocer las sustancias vesicantes, dentro de las más conocidas está el gas mostaza. Su acción va dirigida a la piel y a las mucosas y a los ojos, ya que produce grandes quemaduras que dan lugar a ampollas y conjuntivitis. Estas sustancias pueden ser propagadas en formato líquido o gaseoso no tardando más de cuatro horas en aparecer sus efectos sobre los ojos y pulmones, aunque el daño sobre la piel puede retrasarse hasta 48 horas. También tiene efectos tardíos sobre la población y décadas después pueden surgir dificultad en la visión, cáncer y otros problemas.

Los agentes sanguíneos. Impiden la respiración celular, ya que evitan que el oxígeno que llevan los glóbulos rojos pueda ser utilizado.
Este grupo está formado por el cianuro y sus derivados.

"En la mayoría de las ocasiones lo que se busca es paralizar la musculatura o impedir la respiración, como por ejemplo, los 'benzilatos', que son sólidos dispensados en forma de aerosol para ser inhalados y que son incapacitantes", señala López Moratalla. "Sus efectos incluyen pérdida de la visión y alteraciones mentales como pérdida de la memoria, desorientación y confusión que dura varios días", señala esta experta.
Aunque los efectos más letales de agentes químicos como el gas sarín se producen tras la inhalación inmediata, cualquier persona que entre en contacto con los afectados del ataque debería tomar precauciones. "Es necesario tomar medidas preventivas, como el uso de guantes y mascarillas, si bien es cierto que las armas químicas más modernas han llegado a un nivel tan alto de sofisticación que son capaces de superar estas barreras", señala.
También es fundamental, añade, el lavado de la piel de los afectados -"el agua ayuda a contrarrestar los efectos tóxicos"-, retirar y desechar la ropa que llevaran puesta y no consumir los alimentos o bebidas que hayan podido estar expuestos a los vapores el gas.
Aunque existen antídotos útiles contra los ataques con gas sarín, por ejemplo compuestos nitrogenados como la atropina, que ayudan a reactivar la incapacitación que provoca el gas, se subraya que sólo son útiles si se utilizan poco tiempo después del ataque. "Transcurridas de dos a cuatro horas, el efecto es irreversible", remarca el especialista, quien lamenta que la química, "que tantos beneficios proporciona y que ha permitido muchos progresos", se utilice para fines como la guerra. 

Fuente: elmundo.es

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