jueves, 3 de septiembre de 2015

LAS CÁMARAS CORPORALES, ahora de moda

Las cámaras de todo tipo se han convertido en un tercer ojo que todo lo ven y lo registran.
Una de las últimas en sumarse han sido las cámaras corporales, diseñadas en principio para el uso policial, para captar tanto el comportamiento de los agentes como el momento en que se comete un delito. Sin embargo, su uso se está extendiendo a otros ámbitos profesionales e incluso al sector educativo. Este auge abre un nuevo debate en torno al exceso o no de vigilancia, y al cambio de comportamiento asociado.
Las cámaras corporales o “body cam” han sido bien recibidas en muchas ciudades, pues se consideran una herramienta de control y contrapeso frente al poder policial. Se trata de pequeños dispositivos no intrusivos adosados al uniforme del agente a la altura del hombro, para grabar discretamente sin interferir en su servicio diario. Pueden filmar de forma ininterrumpida, con la posibilidad de subir automáticamente los videos a la nube.


El dispositivo incluye además un software especial que almacena y cataloga las grabaciones y que impide cualquier tipo de alteración o modificación. Y en caso de robo o pérdida, también va provista de un mecanismo de bloqueo. Permiten grabar con baja luminosidad y en condiciones extremas.

Según cuenta la revista online NewScientist, el alcalde de Londres inició un plan para dotar con 20 mil cámaras corporales a la Policía Metropolitana, lo mismo que hizo en mayo el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que destinó millones de dólares a la compra de cámaras para los departamentos de policía de todo el país, en respuesta a la consternación pública por la muerte de ciudadanos negros a manos de oficiales blancos.
El objetivo es claro, pues permite captar tanto el comportamiento de un agente -apropiado o no-, como el momento en que se comete un delito. Sin embargo, este tipo de dispositivos no sólo resulta de utilidad para la policía. En Estados Unidos, por ejemplo, ya se plantea su uso para bomberos, vigilantes, patrullas de playa, control de animales o incluso en el ámbito educativo, equipando a directores y subdirectores con cámaras corporales en el próximo curso escolar para registrar su relación con maestros y estudiantes.
También hay opciones para la ciudadanía en general. Es el caso de Vievu, una compañía con sede en Washington que ahora comercializa una versión de su cámara de policía para profesionales que requieren pruebas de video para protegerse de responsabilidades, por ejemplo cuando llevan a cabo reparaciones en una casa mientras el dueño está ausente.

s cambios de comportamiento
Las cámaras se pueden utilizar como medida de protección. "Cuando alguien se pone agresivo y se le dice que está siendo grabado o ve la cámara, se traduce en un cambio de comportamiento", manifiesta Mike Jones, uno de los agentes británicos que la está probando. "Es una capa adicional de seguridad", añade.
Los estudios sugieren que los ciudadanos se comportan mejor cuando son grabados.
De acuerdo con un programa piloto llevado a cabo durante un año con cámaras corporales en el departamento de policía de Rialto, California, se detectó que los oficiales que las llevaban utilizaron la fuerza un 60 por ciento menos que aquellos que no las tenían. Las quejas de los ciudadanos también se redujeron en un 88 por ciento.
Las investigaciones dejan entrever que un mundo con más cámaras de vigilancia podría ser, en cierto modo, más agradable y seguro. Pero a medida que crece la oferta tecnológica, también hay más posibilidades de usos imprudentes. A ello se suma la ambigüedad de la legalidad. Esto ha generado, por ejemplo, acalorados debates sobre cómo la policía debe usar las cámaras, si se pueden utilizar en cualquier sitio, o cuándo eliminar las grabaciones.
Al tratarse de tecnologías emergentes, no existe una regulación estricta sobre su uso, por lo que podríamos estar expuestos a grabaciones continuas allá donde vayamos, sin controlar quién puede ver esas imágenes. Sin embargo, esta situación podría tener el efecto inesperado de generar una sociedad más tolerante, como afirma Judith Donath, de la Universidad de Harvard. E incluso que apreciáramos más el trabajo de los demás.
Es lo que concluyeron en un estudio publicado en mayo, realizado por investigadores de la Universidad de Harvard y College de Londres. Colocaron cámaras en un comedor universitario para que los clientes pudieran ver una transmisión en vivo del trabajo de los cocineros, mientras estos podían verlos fuera esperando su comida. Los informes de satisfacción por la comida aumentaron un 22 por ciento.
"El nivel de tolerancia aumentará en nuestra sociedad, si no queremos vivir en un mundo que induce a la paranoia", añade Donath.
Tendencias 21 / Patricia Pérezanzada.com.mx/

No hay comentarios:

Publicar un comentario