Vive en paz y en paz
partirás, aunque te maten.
Vive libre de
apegos, odios, miedos y podrás
irte sereno y sin temor.
El más allá es
más acá, en un estado sutil, en una vibración más ligera, en un espacio de luz.
Al morir nadie te
juzga, tú mismo te evalúas y sigues en el lento proceso de evolucionar espiritualmente.
Si quieres partir sereno,
afronta desde ya los miedos a la muerte y aprende a mirarla positivamente.
Muchos, antes de
partir, levantan los brazos y miran fijo al frente. Ya ven a los seres de luz que
vienen a guiarlos.
Nadie muere solo,
siempre hay seres amados que vienen a llevarnos y guiarnos
Es sano llorar y en nada perturba a quien parte,
si no lloras te enfermas y el dolor te sofoca y te tritura.
La muerte no se
siente, es dormirse acá y despertar allá. ¿Te das cuenta cuando te quedas
dormido?
La muerte te pide
seguir amando sin un cuerpo físico. La materia no debe ser necesaria para
el amor.
La muerte no existe para el espíritu,
no es más que el paso a otra dimensión de consciencia.
Es sano hablar
con el difunto, pero sin
aferrarlo, aceptando su muerte y despidiéndolo.
La muerte no es
un castigo, es volver donde ya estábamos antes y reencontrarse con seres que
amamos.
La muerte no es
un fin, es un nuevo comienzo. No es soledad, es reencuentro con seres que
amas y con Dios.
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