EL TIEMPO PASA MÁS RÁPIDO SEGÚN NOS HACEMOS
MAYORES
Existen variadas explicaciones
y vamos a mirar algunas:
1- Es posible, debido a un fenómeno llamado “efecto reminiscencia”, que nos hace deformar la sensación del paso del tiempo.
Si los años poseen 365 días y son
siempre los mismos, ¿por qué cuando tenemos 50 ó 60 años parece que el tiempo
pasa volando?
Nuestros recuerdos y experiencias
vividas cuando teníamos alrededor de veinte, nos otorgan la sensación de que
aquellos días “duraban más”.
Según parece, todo está relacionado con la manera en que asimilamos emociones, conocimientos y sensaciones. Cuanto más intensos sean los momentos, estos parecerán llenarnos y perdurar más.
Según parece, todo está relacionado con la manera en que asimilamos emociones, conocimientos y sensaciones. Cuanto más intensos sean los momentos, estos parecerán llenarnos y perdurar más.
Cuando tenemos 20 años y
disfrutamos de la juventud, experimentamos un nuevo mundo de vivencias y
pruebas en el paso a la vida adulta: nuestro primer trabajo, nuestro primer
amor, nuestro primer hijo, nuestra primera casa, etc… Es en esos años, cuando
existen más probabilidades de estar viviendo momentos más intensos y potentes
que distorsionen nuestra memoria temporal.
Toda esta combinación de emociones nuevas, se va perdiendo por regla general con el paso de los años. Es por eso que cuando alcanzamos los 40, las sensaciones y vivencias no suelen ser tan novedosas, sino más monótonas o conocidas. Esta sensación se hace más profunda si hablamos de alguien que ronda los 60 años.
Debido a esto, podemos comprender que el efecto reminiscencia pone en evidencia el modo errático en que nuestra mente maneja su particular reloj biológico, según los recuerdos que guarde en la memoria.
Toda esta combinación de emociones nuevas, se va perdiendo por regla general con el paso de los años. Es por eso que cuando alcanzamos los 40, las sensaciones y vivencias no suelen ser tan novedosas, sino más monótonas o conocidas. Esta sensación se hace más profunda si hablamos de alguien que ronda los 60 años.
Debido a esto, podemos comprender que el efecto reminiscencia pone en evidencia el modo errático en que nuestra mente maneja su particular reloj biológico, según los recuerdos que guarde en la memoria.
2-
En la niñez y juventud tenemos mayores actividades para
aprender todo lo nuevo que nos presenta la vida. Los retos y las situaciones
son algo nuevo que nos mantiene ocupados analizando y resolviendo como
enfrentarlos.
Según
se cumplen años, la rutina se hace patente. Por
ello, cuando pasa un período de un año, las experiencias nuevas son más
escasas. Todo ello produce que los recuerdos también lo sean, lo que influye en
la percepción del tiempo (el tiempo pasa más rápido por la escasez de nuevos
recuerdos).
Un
fin de semana lleno de actividades y nuevas experiencias, nos parecerá más
largo, que aquel en que nos dedicamos
a un sedentarismo casero.
Cuando nos hacemos mayores, la
vida, inevitablemente, nos brinda menos experiencias nuevas y más rutinas. Una
semana de pocas actividades, no ocupa un lugar importante en la memoria y hace
que parezca que el tiempo ha pasado más rápido.
La conclusión es bastante
clara: Cuantas más experiencias vivamos, más tiempo de vida tendremos
como percepción. 'Alargar' esa sensación se
basa en tener nuevas actividades que hagan que el tiempo parezca que pasa más
despacio y que al final del día se tenga la percepción de que ha durado
mucho más que otro.
Además, el ser humano también
tiene un conocimiento de que el tiempo de vida es limitado lo que ayuda
mucho a que asuma más riesgos y experiencias. De ese modo sentimos
que el tiempo pasa más lento.
3- La “paradoja
de vacaciones”, descrita por la psicóloga Claudia Hammond.
Ella explica que nuestra mente analiza las experiencias de forma diferente. Si
te estás divirtiendo, el tiempo parece pasar más rápido, mientras que aburrido
pasa más lento.
“Nuestros primeros años tienden a estar relativamente
sobrerrepresentados en nuestra memoria autobiográfica y, al reflexionar,
parecen haber durado más”, explicó Hammond,
“mientras que, cuando ya tenemos una rutina el
tiempo se mueve más rápido”.
Una encuesta realizada a 499 personas de entre
14 y 94 años de edad en la que se les preguntaba sobre la velocidad a la que
sentían el paso del tiempo mostró que en lapsos cortos, como un día, una semana
o un mes, no se alteraba la percepción del tiempo. Sin embargo, en duraciones
largas, como una década, las personas mayores sentían que el tiempo pasa más
rápido. Los participantes mayores de cuarenta años sintieron que el tiempo pasó
más lento cuando eran niños y que fue acelerando poco a poco mientras pasaron
por su adolescencia y edad adulta.
4- Investigadores aseguran que a medida que envejecemos, experimentamos el tiempo de manera
diferente de lo que solíamos. Se cree
que nuestra percepción del tiempo comienza a acelerar el paso del tiempo,
a consecuencia de la reducción de la producción de dopamina en el cerebro
impactando nuestros relojes internos. Otra realidad es
que a medida que envejecemos, tenemos menos experiencias excitantes
emocionalmente, como por ejemplo el primer beso, las vacaciones o los primeros
días de escuela.
Esta reducción en la intensidad
emocional nos hace experimentar lo que se llama hipótesis habitual.
En pocas palabras: estamos en piloto automático con mucha más frecuencia.
Tenemos una rutina que hace que todo sea monótono, el viaje diario al trabajo,
trabajo, más tráfico, hacer la cena, dormir; los movimientos
con la edad adulta, nos orillan a no pensar demasiado, y que los días vuelan.
5- Existe
una teoría llamada “forward telescoping” donde consideramos que nuestros momentos más importantes, como el
paso por el colegio, el nacimiento de nuestros hijos, la graduación de la
universidad, que ocurrieron en los últimos 20 años, apenas sucedieron ayer.
Tomado de varias fuentes en la WEB
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