RFID (siglas inglesas
de Radio Frequency IDentification lo que en español significa Identificación
por radiofrecuencia)
El microchip es
un circuito electrónico dentro de una cápsula de vidrio en forma de píldora. Su
tamaño es como el grano de arroz. Su colocación dentro del cuerpo humano se
hace mediante una jeringa que penetra por debajo de la piel. Es un
procedimiento casi sin dolor.
Los
microchips son implantados en diferentes partes del cuerpo, especialmente en las
manos, se están poniendo de moda en varios países occidentales como Suecia, Alemania, Australia y Nueva Zelanda, en donde se
promueve esta tecnología futurista.
En
Suecia, por ejemplo, unas 3.000
personas ya se incrustaron microchips, los
usan para abrir las puertas de las
oficinas o residencias, pagar los tiquetes del tren, e
incluso pagar sus
obligaciones.
También
se usan en etiquetas antirrobo, en chips de identificación" para animales
domésticos, están implantados en la mayoría de los teléfonos inteligentes y en
pasaportes electrónicos, en carros, etc..
El
tema de los microchips tomo importancia en el año 2015, cuando Epicenter, una
empresa de alta tecnología con base en Estocolmo, causó cierta polémica al
anunciar que iba a implantar chips a sus trabajadores.
Con
un giro de muñeca, los empleados podrían acceder al edifico, usar la
fotocopiadora o pagar un café. "El mayor beneficio es la
conveniencia", declaró el cofundador y director de la compañía, Patrick
Mesterton, en 2017. "Permite reemplazar muchas cosas, como la tarjeta de
crédito o las llaves".
Lo
negativo
A
medida que los microchips se integren con más servicios digitales, revelaran más
datos de la persona, y esto es un punto débil en lo que respecta a la seguridad. Los
riesgos serán aún mayores cuando se empiecen a incorporar
datos
biológicos o la historia clínica en los chips.
Esta
tendencia ha causado alarma porque los implantes inalámbricos podrían ser
utilizados para mantener vigilados a los empleados mediante el
control de sus movimientos, y las agrupaciones de libertades civiles advierten
que podrían ser utilizados como intrusión de la privacidad de otras
maneras.
Muchos
de los que ya trabajan con los implantes, sin embargo, encuentran que esta
preocupación no tiene sentido.
"Es
bastante fácil recoger información sobre una persona sin necesidad de un
implante", dice Kevin Warwick, profesor de Cibernética y vicerrector
adjunto de la Universidad de Coventry, quien se convirtió en una de las
primeras personas en el mundo que tuvo un RFID implantado quirúrgicamente en su
antebrazo en 1998.
“La
tecnología RFID está ya conectada a cargamentos, equipajes de avión y productos
en las tiendas. Se utilizan microchips para para mascotas.
Muchos
de nosotros la llevamos todo el día en nuestros teléfonos móviles, al
igual que en las tarjetas para viajes y pasaportes electrónicos. No
hay gran diferencia entre llevar esta tecnología en nuestro bolsillo o tenerla
bajo nuestra piel.
El
punto clave es que, debe ser una opción para cada individuo", advierte
Warwick. "Si una compañía dice que solo le daremos un trabajo si usted
tiene un implante, plantea cuestiones éticas".
Vale
la pena recordar, que casi todos llevamos un dispositivo con nosotros
todos los días, que envía mucha más información sobre nuestros movimientos
y comportamiento diario a empresas como Google, Apple y Facebook, como jamás podría hacerlo un implante
RFID.
"Los
teléfonos móviles son mucho más peligrosos para nuestra privacidad", dice
Pawel Rotter, ingeniero biomédico de la Universidad AGH de Ciencia y Tecnología
en Cracovia, Polonia. "Si los teléfonos son hackeados, pueden convertirse
en el espía perfecto con su micrófono, cámaras y
GPS.
En comparación con ellos, los riesgos de privacidad de RFID son muy
pequeños".
Las
preocupaciones de vigilancia sobre el chip colocado en la parte posterior de su
mano, no inquietan a Dave Williams (persona con uno implantado), ya que solo se puede activar si se coloca a pocos centímetros de un lector.
Los
temores de seguimiento al estilo GPS son estrictamente ciencia ficción en este
punto", dice.
También
advierte, que el
procedimiento para implantarlo no es tan doloroso o complejo como algunos
podrían imaginar. Williams se instaló su chip él mismo, usando mucho yodo para
mantener todo estéril. "Casi no hubo dolor", dice. "Retirar el
dispositivo sería un poco más difícil pero con un bisturí y un par de pinzas no
es tan terrible".
Pero..
Los chips RFID sólo
pueden llevar un minúsculo dispositivo de 1 kilobyte con datos. Mark
Gasson, investigador de la Escuela de Ingeniería de Sistemas de la Universidad
de Reading, demostró que son vulnerables a programas maliciosos (malware).
Gasson
tenía un chip RFID implantado en su mano izquierda en el año 2009 que manipuló durante
un tiempo hasta que le logro introducir un virus informático. En el
experimento, subió una dirección digital a la computadora vinculada al lector,
lo que le daba la capacidad de descargar algún malware cuando estuviera
conectada a la internet.
"En
realidad fue una experiencia sorprendentemente violatoria", dice
Gasson. "Me convertí en un peligro para los sistemas del edificio".
Cuando
un artefacto subcutáneo funciona mal, la experiencia puede ser angustiosa.
Fuente
BBC mundo
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