Nació el día 21 de julio de 1899 en Oak Park, Illinois, hijo de Clarence Edmonds Hemingway, médico, y de Grace Hall. Su infancia estuvo marcada por la crianza de una madre dominante y un padre con tendencias a la depresión. De acuerdo con sus biógrafos, no tuvo una infancia muy feliz, pues fue marcado por la relación conflictiva con su padre, quien se suicidaría en 1928.
A los quince años, sale de su hogar,
pero regresó al poco tiempo para terminar sus estudios. Se destacó como jugador
de fútbol y boxeador en su época de colegial. En 1917 termina
sus estudios pero cambió la Universidad para trabajar durante unos meses en el
Kansas City Star como reportero. Desde su juventud sintió una adicción
desmedida por el boxeo y la caza, deportes que unidos a la práctica del
periodismo lo convierten en un trotamundos y en estudioso de la naturaleza
humana. El escritor viajó por distintos países de Europa y África.
Se inició como reportero en el
Kansas City Star, y poco tiempo después se alistó como voluntario para conducir
ambulancias en Italia durante la Primera Guerra Mundial. Más adelante fue
transferido al ejército italiano resultando herido de gravedad. Después de la
guerra trabajó como corresponsal del Toronto Star hasta su marcha a París.
A partir de 1927 pasó largas temporadas en Key West, Florida, en España y
en África. Volvió a España, durante la Guerra Civil, como
corresponsal de guerra. Más tarde fue reportero del primer Ejército de Estados
Unidos. Aunque no era soldado, participó en varias batallas. Después de la
guerra, Hemingway se estableció en Cuba, cerca de La Habana.
Hemingway utilizó sus experiencias
de pescador, cazador y aficionado a las corridas de toros en sus obras. Estuvo
al borde de la muerte en la Guerra Civil española cuando estallaron bombas en
la habitación de su hotel, en la Segunda Guerra Mundial al chocar con
un taxi durante los apagones de guerra, y en 1954 cuando su avión se
estrelló en África, finalmente falleció en Ketchum el 2 de julio de 1961,
disparándose un tiro con una escopeta en medio de frecuentes accesos de locura,
insomnio y pérdidas de memoria.
Fuente: ecured.com
Acá uno de sus tantos escritos:
Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento.
Temía lo que la gente opinara de mí, hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.
Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en mí mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien el comienzo.
Temía al odio, hasta que me di cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al ridículo, hasta que aprendí a reírme de mí mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme más.
Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
Temía al cambio, hasta que vi que, aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
Hay que vivir ligero porque el tiempo de morir está fijado.
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