Artículo
publicado en el periódico EL TIEMPO, por Carlos Restrepo.
“Mucho gusto, me llamo Calcomanía”.
Esta y otras historias forman parte de ¿Cómo
dice que se llama?, un libro que presenta una colección de nombres curiosos.
Un señor italiano, residente en
Paraguay, que soñaba con tener un hijo varón, encontró en los nombres de pila
de sus tres primeras hijas la mejor terapia psicológica para soportar el hecho
de que la naturaleza lo castigara negándole el vástago masculino.
A la primera hija, la mejor
librada de todas, obviamente, le puso Esperanza, que era lo que necesitaba en
ese momento. Sin embargo, llegó la segunda, a quien llamó Seguiremos Esperando.
Pero como la tercera también fue una mujer. Y, quizás, para liberar el
sentimiento que lo embargaba, la bautizó Paciencia Contra el Destino. La cuarta
fue la vencida. Cuando llegó el tan anhelado varón, el padre lo festejó
llamándolo: ¡Por Fin Bienvenido Carajo!
Parece una anécdota sacada de
la imaginación más surrealista, pero es tan cierta como la vida misma. Esta y
otras historias forman parte de ¿Cómo dice que se llama?, un libro que presenta
una colección de nombres curiosos que en los últimos 25 años han reunido los
hermanos Rosita y José Roberto Cadavid, hijos del columnista Roberto Cadavid
Misas, el célebre Argos.
Rosita Cadavid cuenta que la
idea de coleccionar nombres raros fue de su padre, quien en 1987 le pidió el
favor de que lo ayudara a buscarlos en los diarios. "Llegué a reunir 62
hojas de nombrecitos, por lado y lado, más otra cantidad que tengo en
bolsas".
Con los años, la primogénita de
la familia se volvió una experta en encontrarlos, no solo en los artículos,
sino en los directorios telefónicos, en las páginas de edictos, en los listados
de candidatos políticos y en las páginas sociales.
Al pasatiempo se unió, en 1996,
José Roberto, el noveno de los 12 hijos de Argos. "Desde que empecé con la
recolección de los nombres, noté que obedecían a cierto orden, deportivos,
químicos, eróticos, religiosos, fúnebres, satánicos, y así decidí agruparlos
para el libro". Con el tiempo, este hobby traspasó las fronteras
nacionales para seguir la búsqueda en otros países. "Vi que había un filón
inagotable en la red y empecé a conocer gente que tenía el mismo
pasatiempo", explica.
Encontró que en Brasil, por
ejemplo, un señor llegó a una papelería y leyó un letrero que decía "Xerox
y fotocopias autenticadas", que lo inspiró para el nombre de sus hijos.
"Al mayor le puso Xerox, y a las otras dos hijas las llamó Fotocopia y Autenticada".
"La historia de Clítoris, es una niñita mexicana que el
papá bautizó así porque creyó que era el nombre de una diosa griega",
anota, por su parte, Rosita.
Los autores han logrado
identificar los lugares de América Latina donde abundan las rarezas. Ocurre,
por ejemplo, en la provincia de Manabí (Ecuador). Sus habitantes llevan con
orgullo nombres como Aguardiente, Campeón Invicto,
Calcomanía o Cien Pies.
Y esa costumbre tan arraigada
de utilizar vocablos ingleses para llamar a las personas tiene más fuerza en
ciudades como Maracaibo, en Venezuela, donde, además, los escriben tal como los
escuchan. Para la muestra, varios botones:
Onedollar, Mydolly, Madeinusa,
Sugarcandy o Diutifrí.
"A uno le parece increíble
que a un bebé le pongan un nombre así; es como si no los quisieran. Dígame, que
les pongan Apendicitis o Memeo", concluye Rosita Cadavid, quien, a pesar de llevar años
familiarizada con ellos, no deja de sorprenderse.
Para José Roberto Cadavid, el
fenómeno de los nombres raros obedece a razones sociológicas. "Una es la
pura ignorancia y la otra es el complejo de inferioridad que tienen ciertos
padres de estratos bajos latinoamericanos, que sienten que al ponerle a su hijo
un nombre extranjero, de una marca o de un carro suben de estatus".
Nombres sin complejos, de tarzán a electrón, toshiba y chocha.
Entre los nombres curiosos que
reunieron los autores están José Circuncisión, Ano Díaz Cuevas, Bienvenido al
mundo Durán de la Rosa, Pipí Polanco Nieves, Chocha Colón García, Virus
Margarita Hernández, Herpes Elvidio Montero, Teamo Amador, Electrón José
Albornoz, Toshiba Fidelina Gómez, Nisan De la Cruz, Rambo Mota, Mazda
Altagracia Ramírez y Tarzán Reyna.
Tanto para Rosita (ama de casa)
como para José Roberto Cadavid (ingeniero civil de formación), este libro es un
homenaje a su padre, el columnista Argos, quien se hubiera divertido mucho con
la forma en que fue concebido. "Yo creo que estaría muy satisfecho, sobre
todo porque el libro tiene un estilo sencillo, como él siempre quiso transmitir
sus enseñanzas", anota su hijo.
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