Los
chinos han hecho numerosos descubrimientos e inventos.
La
pólvora, el papel, el papel moneda (billete) y otros, que ya eran usados en
China siglos antes de ser conocidos en Europa.
También,
en tiempos antiquísimos se realizaban en China excelentes tejidos. Ya conocían
el damasco, las gasas, el tafetán, el satén, los crespones y el muaré. Dichas
telas eran adornadas con bordados de oro y plata de una calidad que nunca
oscurecía ni perdía el brillo de su color. Incluso se utilizaban telares muy
complicados, que hoy en día sirven de base para sistemas más modernos.
Pero
quizá el invento/descubrimiento más significativo fue, el que hizo la esposa
del legendario Emperador Amarillo: LA SEDA.
En 1958,
durante una excavación en la ciudad de Yuhang, en la provincia de Zhejiang,
fueron encontrados restos de varios objetos de seda de 4.700 años de
antigüedad, incluyendo una tejedora, jirones de tela y ropas. A pesar de que
estos objetos habían quedado carbonizados, la identificación precisa es una
prueba fehaciente de lo avanzado de la artesanía de la seda en tiempo atrás.
La
leyenda china cuenta que el Emperador Amarillo, Huangdi, encargo a su esposa
Hsi-Ling-shih, investigara porque las hojas de morera estaban roídas. Ella
buscó y encontró unas orugas blancas que se comían las hojas de los árboles de
morera, tanto de día como de noche. Descubrió también un capullo blanco en una
de las hojas y empezó a estudiarlo, encontró más capullos y descubrió que las
orugas los habían fabricado. Intento deshilar uno de los capullos para ver lo
que contenía y accidentalmente se le cayó uno en una taza de té. Ella sacó el
capullo de la taza y empezó a desenredar un hilo muy largo y continuo, este, la
cautivo por la suavidad y la belleza. Se dio cuenta, que el capullo estaba
formado por un solo hilo largo y fuerte, y que al juntar varios hilos podía
conseguir un hilo más fuerte que podía ser tejido. Le pidió al emperador que
plantara más moreras para producir más capullos.
Al
principio, ella y sus ayudantes experimentaron en secreto, la manera de tejer
la seda, estudiando sus propiedades y fabricando una pequeña pieza. Después de
muchos intentos, consiguieron tejer una hermosa bufanda de seda que regaló a su
marido.
Ella fue
llamada "la diosa de la Seda", pues introdujo la cría de gusanos de
seda e inventó el telar, así como el comienzo de la producción de seda.
Pronto
empezó todo el palacio a tejer la seda que obtenían de los capullos y el
emperador tuvo la idea de enseñar a otros reinos como criar esas orugas y el
trabajo de la seda, pero cuando se dio cuenta que podrían copiar y hacer los
tejidos fuera de China, decidió guardar el secreto bajo pena de muerte. Propagó
esta industria entre la casta noble del imperio y la consideró entonces como
“un arte sagrado”, reservado únicamente a las damas de la corte y a la alta
aristocracia.
La seda
se convirtió rápidamente en uno de los elementos principales de la economía
china.
China
procuró tener la exclusividad de tan valiosa materia, prohibiendo su salida y
velando por el secreto de su fabricación durante más de tres milenios.
Finalmente, gracias a monjes, diplomáticos, espías e incluso ladrones se acabó
forzando la exportación de la seda e incluso otras civilizaciones occidentales
comenzaron a trabajar por cuenta propia la seda.
LA RUTA DE LA SEDA
LA RUTA DE LA SEDA
La Ruta de
la Seda empezó en el siglo II A.C. para propósitos militares y políticos, más
que para el comercio, la seda no era una mercancía de la ruta en las primeras
épocas. La dinastía Han, sacó muy poco provecho de ella hasta que los romanos
se convirtieron en fanáticos de la seda, lo que se tradujo en grandes
beneficios.
Cuando se
habla de la expansión de la seda en el mundo, se habla de la “Ruta de la Seda”
pues conectaba China con los países de Asia Central y Occidental, trayendo un
riquísimo intercambio cultural con la difusión de la seda.
Otros
productos transitaban estas rutas, como metales preciosos, telas de lana,
ámbar, marfil, vidrio, materiales mano-facturados, etc. Ver:
La seda,
también se conocía en la India desde tiempos inmemoriales, con un gusano cuyos
hilos se podían hilar, pero, no poseía ni el brillo ni la pureza del gusano
blanco de la China.
El cultivo
de la seda se extendió a Japón alrededor de 300 dC, y por el 522 los bizantinos
lograron obtener el gusano de seda. Los árabes también comenzaron a fabricar la
seda durante este mismo tiempo.
La
propagación de la sericultura (cría y explotación del gusano de seda), por
diferentes imperios, terminó con las exportaciones chinas.
A partir
de la revolución Industrial en el siglo XVIII, la mecanización de la industria
textil hizo la producción de la seda, más barata y más popular.
La seda
tiene un tacto suave y agradable, de textura lisa y no resbaladiza.
La seda
tiene un brillo natural, gracias a que las fibras tienen una sección
transversal triangular con esquinas redondeadas.
Su baja
conductividad mantiene el aire caliente cerca de la piel durante el tiempo
frío.
Varias páginas en la web
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