Originalmente
el nombre provendría del quechua iqaqu (quechua: ekjakjo)
El equeco o ekeko, es
el dios de la abundancia, fecundidad y alegría, que todavía recibe
cierto culto en el altiplano andino, sobre todo en el solsticio de
verano, cuando se celebra la feria de la Alasita de la
ciudad boliviana de La Paz.
Su origen se atribuye a los pueblos
indígenas Aymara y Colla
Es un ídolo que se cree, provee de abundancia al hogar, donde se le tributaba ofrendas de alcohol y cigarrillos.
Es un ídolo que se cree, provee de abundancia al hogar, donde se le tributaba ofrendas de alcohol y cigarrillos.
Tiene la forma de una persona
sonriente, ligeramente obesa, vestida con ropas típicas
del altiplano y cargando gran cantidad de bultos de alimentos y otros
objetos de primera necesidad que cuelgan de sus ropas.
Actualmente la estatuilla que lo
representa tiene un orificio apropiado en su boca para poder introducirle
cigarrillos encendidos, que la estatua se supone los fuma. La historia se
basa en que al ponerle un cigarro en la boca, deberás hacerle tus pedidos. Los
cuales él te cumplirá.
La efigie del Ekeko es de un pequeño hombre
un poco gordo, pues el dios de la abundancia, no puede ser delgado. La estatua
del Ekeko, se hace de piedra, cerámica, de hojalata o estaño, madera o incluso
hasta plata, y se pone en la casa, en algún lugar donde esta deidad pueda estar
“cómoda”. No es necesariamente una efigie grande. Las hay desde un tamaño que
puede caber encima de una moneda de plata.
El
hombrecito lleva los brazos levantados a los lados, pues en ellos se le irán colgando
las alasitas.
La
palabra “alasitas” significa en lengua aymara “cómprame”. Son miniaturas de
toda clase de cosas que una persona pueda desear obtener. Una alasita muy común
son pequeños billetes, porque la gente necesita dinero para llevar a cabo sus
proyectos. Otras alasitas más específicas son: si uno desea viajar, compra una
pequeña maleta; si uno quiere comprarse un coche, compra un cochecito; si un
campesino desea buena cosecha, compra una alasita de un saco de granos de
cereales; si una familia quiere tener siempre comida, compra una alasita de
bolsita de arroz; si uno desea tener suerte en su negocio, pues una alasita de
una pequeña tienda. Es increíble la diversidad de alasitas que se venden, y el
detalle con que están hechas.
La leyenda del Ekeko data de tiempos
prehispánicos. Cuentan los nativos que allá en el Altiplano boliviano vivía un
hombre aymara llamado Iqiqu, que además de ser generoso y alegre, emanaba
armonía, sabiduría y tranquilidad. Pero con la llegada de los blancos, se acabó
esa felicidad, ya que Iqiqu fue perseguido. Los blancos lo apresaron y fue
muerto y descuartizado, poniendo las diferentes partes de su cuerpo en
distintos lugares, para que no pudiera volver a nacer.
La
leyenda toma un cariz político contemporáneo al contar que cuando se reúnan
todas las partes del cuerpo del Ekeko, entonces el pueblo aymara renacerá junto
con él.
"Soy el dios de la abundancia, indígena es mi leyenda, doy a tu hogar ganancia. No me arrojes ni me vendas." Si se quiebra hay que enterrarlo.
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