Un hacendado tenía un caballo que enfermó,
y para curarlo, el veterinario le dijo:
-
Su caballo tiene un virus y es necesario que tome este medicamento tres días
consecutivos. Transcurrido ese tiempo, veremos si ha mejorado, de lo contrario,
habría que sacrificarlo.
El cerdo, que escuchaba la conversación
cuando le dieron el medicamento al caballo, se le acercó y le dijo:
- ¡¡¡Fuerza amigo, levántate de ahí, sino,
vas a ser sacrificado!!!
Al segundo día le dieron nuevamente el
medicamento al caballo y el cerdo se le acercó y habló:
- ¡¡¡Vamos mi gran amigo, levántate, sino,
vas a morir… vamos, yo te ayudo!!!
Al tercer día le dieron el medicamento al
caballo, pero el veterinario sentenció:
-
Probablemente vamos a tener que sacrificarlo mañana, porque puede contagiarle
el virus a los demás caballos.
Cuando se fueron, el cerdo se acercó al caballo
y le dijo:
- Vamos, amigo… ¡¡¡es ahora o nunca!!!
Ánimo… fuerza… yo te ayudo… vamos … un, dos, tres… despacio… así… eso… eso…
ahora… corre despacio… más rápido… fantástico… ¡¡¡corre!!!… ¡¡¡corre!!!… ¡¡¡Eso
es campeón!!!
En eso, llega el dueño del caballo, y lo
sorprende corriendo.
Exclama:
- ¡¡¡Milagro!!! Se mejoró mi caballo… Esto
hay que celebrarlo… ¡¡¡prepararé una gran fiesta, y vamos a matar al cerdo para
festejarlo!!!
MORALEJA:
Esto acontece con frecuencia en el ambiente
de trabajo; pocas veces se percibe quién es el que realmente tiene los méritos
por el suceso.
Saber vivir y ser reconocidos es un arte… y no todos somos artistas…
Saber vivir y ser reconocidos es un arte… y no todos somos artistas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario