Es
inevitable el sufrimiento por la pérdida de nuestros seres queridos.
Acá
trataremos de dar algunos consejos para superar la crisis.
Diferentes
clases de Pérdidas:
Las
pérdidas pequeñas tal vez no se
tienen en cuenta y pasan por nuestra
vida
muy desapercibidas, estas son por ejemplo: Una compra frustrada, La muerte de
una planta que cuidaba tanto, mi mascota que se me escapo y nunca regreso, Una
cita que no se pudo llevar a cabo, la separación momentánea de un ser querido.
Las
pérdidas inesperadas son algo sorpresivo
como, Un robo, pérdida de dinero, Un meta no realizada, La partida de una
persona querida, El despido de un empleo.
Las
pérdidas inevitables, que comienzan
desde temprana edad como, La desprotección que experimenta el niño cuando nace,
La ilusión del niño, Los sueños que tienen los adolescentes, Cambios de colegio
y de grados, El cambio de empleo, La pérdida de dientes, pérdida de los
cabellos, la pérdida de la vista, La pérdida de la Juventud, La pérdida de un
hijo, La vejez con sus limitaciones.
Las
Grandes Pérdidas que no tienen retorno, como, la ruptura de una gran amistad, El fin de la
relación de una pareja, la muerte de un ser querido. Etc.
Durante las
pérdidas, se van dando distintas etapas:
El
Choque de negación, (¡No lo puedo
creer! ¡NO lo tengo asumido!).
La
Culpabilidad, donde nos preguntamos
s¡ Podría haber hecho tal cosa.!
¡Si
me hubiera dado cuenta.!.
El
Enojo, es válido y muy
provechoso para poder exteriorizar mi dolor por esa pérdida.
La
Pena, es un sentimiento de
angustia que debo expresar y permitirme llegar a sentir el vacío que esta
pérdida me está ocasionando. Lo peor que podemos hacer es querer estar en
control de la situación.
La
Resignación, es cicatrizar todos
estos pasos anteriores sin que en ninguno de ellos quede infección. Es la
recuperación de las propias energías, es volver a amar y es darme una nueva
oportunidad.
Es
muy importante que dejemos fluir nuestros sentimientos.
La
primera preocupación tiene que ser permitirnos expresarlos, sean estos de la
calidad o el grado que fueran. Es decir, no hay que preocuparse si la angustia
produce llanto o si la bronca produce enojo. Una vez expresado el sentimiento
entonces sí estaré en las condiciones físicas y emocionales de volver a centrarme
para elegir el enfoque más provechoso para mis circunstancias actuales de mi
vida. Entonces habremos empezado el camino de nuestra curación en este duelo.
Es
muy seguro que, si la asimilación del proceso se vive, nos llevará a aguas más
calmas que significarán llegan a obtener nuestra Paz Interior.
Es
necesario que comiences a vivir, ocúpate, distráete, prepárate para tomar las
riendas de tu nuevo camino, porque ya no serás más el mismo después de haber
transitado por una pérdida sea de cualquier índole o magnitud.
Una
vez que has llegado a cumplir estos pasos en este duelo, es hora de comenzar a
actuar y declarar:
- Debo estar con los vivos y triunfadores.
- No quiero estar más solo, es hora de compartir.
- Tú eres más que una herida emocional y puedes
superarla.
- Rodéate seres vivos y alegres.
- Destierra tus viejas creencias, lee libros que te
inspiren vivir.
Comportamientos
que debemos evitar:
• Pensar que cuando la persona muere se pierde su recuerdo.
El
recuerdo y las vinculaciones emocionales no desaparecen. Permanecen, y aparecen
en forma de recuerdos pasajeros o sueños.
•
Creer que, para superar el dolor cuanto antes, debemos volver
inmediatamente a nuestros quehaceres cotidianos.
Conviene
que nos demos un tiempo para
reflexionar y para vivir el dolor sobrellevando el duro proceso
emocional que supone la pérdida.
•
Pensar que no debemos conocer los detalles de la muerte ni ver el
cadáver. Aunque resulte
duro, saber los detalles de la desaparición de la persona
amada ayuda a aceptar la realidad de la ausencia. La falta de información puede
generar confusión y fantasías irreales.
•
Creer que cuando se demuestra rabia, dolor o desesperanza se está más
expuesto a la depresión.
La
expresión de estos sentimientos es necesaria, porque permite que se procese la pérdida y se elabore
el duelo, aunque puedan percibirse como manifestaciones exageradas o
propias de culturas o países poco desarrollados.
•
Considerar que el afecto por el ausente debe expresarse con mucha moderación.
Aunque
en nuestra cultura se valoran la firmeza de carácter y la entereza, debemos permitirnos expresar libremente las emociones dolorosas.
• Emprender cambios radicales.
No
es el mejor momento para vender propiedades, decidirse a cambiar
de residencia, hacerse cargo de los nietos para paliar la soledad… Deja
que pase el tiempo antes de tomar decisiones importantes.
• Mantener las cosas como cuando estaba.
Su
ropa en el mismo sitio, la habitación como siempre… No haga santuarios
en memoria de su ser querido. Le llevarás siempre en el recuerdo y,
por tanto, seguirá Ud.
• Conservar las cenizas en casa.
Los
hogares son espacios de vida, no de muerte. No caigas en la tentación de
convertir su casa en un santuario. Dificultarás el proceso de duelo.
Ud.
puede, entre otras cosas, redactar mensajes de despedida o Testamentos
Espirituales dirigidos a sus familiares y amigos que recibirán cuando Ud. haya
fallecido. Este tipo de mensajes pueden contener instrucciones y consejos sobre
cómo llevar su perdida, además, sus pensamientos más
sinceros sobre sus sentimientos, que para sus herederos, podrán
ser, una gran ayuda para seguir adelante sin Ud.
Fuente:
varias páginas web
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